¿Cómo son perseguidas las mujeres cristianas?

La violencia psicológica, física y sexual es utilizada para que nuestras hermanas renuncien a seguir a Jesús

Puertas Abiertas • 08 mar. 2024


Las mujeres son perseguidas por su género y por ser cristianas

Las mujeres son perseguidas por su género y por ser cristianas

Las mujeres sufren discriminación y violencia en muchos países. Se las clasifica como inferiores a los hombres y sus acciones se limitan a los asuntos domésticos. Otras culturas las tratan como objetos que pertenecen a los hombres de la familia, ya sean el padre, el esposo, el hermano, el tío o el primo. Ellos tienen el derecho legal sobre la niña o la mujer, incluido el derecho a castigarla o matarla. Sin embargo, esta situación puede empeorar cuando estas mujeres deciden abandonar la fe de sus antepasados para seguir a Jesús.

Las mujeres y niñas que viven en los países incluidos en la Lista Mundial de la Persecución (LMP) 2024 son perseguidas dos veces, tanto por ser mujeres como por ser cristianas.

¿Cómo se produce la violencia contra las mujeres cristianas?

Mientras que la violencia contra los hombres y niños cristianos suele ser más visible a través de agresiones físicas, despidos laborales y encarcelamientos por parte del gobierno. Las mujeres y niñas cristianas se ven afectadas a través de su deshonra sexual y familiar. A menudo son obligadas a casarse o divorciarse, agredidas sexual, física y psicológicamente y secuestradas.

Los datos de la LMP 2024 muestran que las mujeres y niñas cristianas corren mayor riesgo de ser obligadas a contraer matrimonio en el 84% de los países donde hay persecución. Esta práctica es una forma de explotar y controlar a las mujeres cristianas. En el norte de Camerún, por ejemplo, hombres musulmanes pueden llevarse por la fuerza a mujeres de los mercados y mantenerlas cautivas durante semanas o incluso años. El objetivo es violarlas y embarazarlas para que sus esposos tengan derechos sobre ellas.

En países de Oriente Próximo, las mujeres y niñas que abandonan el islam para seguir a Jesús son coaccionadas para que se casen con musulmanes mayores que tienen algún tipo de autoridad religiosa o están comprometidos con la fe. Es una forma de obligarlas a abandonar el cristianismo. En estos casos, la cuestión de la fe de la mujer es un asunto que pone a prueba el honor de la familia.

Las mujeres casadas también son obligadas a divorciarse, abandonar su hogar y su familia y perder la custodia de sus hijos. También pierden el respeto social porque ya no cuentan con el apoyo y la protección de un familiar varón. Por tanto, son más propensas a sufrir violencia física y sexual por parte de vecinos, delincuentes y fanáticos religiosos.

En algunas situaciones, se agrede física y sexualmente a las mujeres para atacar a los hombres cristianos. Un ejemplo es el secuestro de las hijas de pastores y líderes eclesiásticos, que se convierten en esclavas sexuales y a menudo son obligadas a casarse con miembros de grupos extremistas. Además, estas víctimas son menospreciadas por la comunidad en la que viven, porque se les ha arrebatado lo que les daba valor social. "La captura de mujeres en una comunidad demuestra a los hombres que no han sido capaces de protegerlas", afirma un documento de Puertas Abiertas sobre la persecución por motivos de género.

Las mujeres cristianas de Egipto son excluidas por su fe y corren el riesgo de sufrir agresiones por no llevar velo

Las niñas y mujeres cristianas que viven en situaciones de guerra, como Sudán y Siria, y en conflictos armados en México, Colombia y el África subsahariana, están más expuestas a la presión y la violencia. La violencia sexual es una táctica de guerra que busca dominar, subyugar, oprimir y sembrar el terror. En este contexto, la falta de un Estado que ponga freno a los delitos y castigue a los agresores puede crear una cultura de impunidad, que normaliza la violencia e inhibe la denuncia.

Las mujeres cristianas desplazadas y las refugiadas que consiguen huir de los conflictos también son más susceptibles de sufrir violencia y explotación sexual. Un ejemplo de ello fue el ataque de extremistas fulani a 11 mujeres cristianas que buscaban leña a pocos kilómetros del campo de desplazados internos donde se alojaban.

Las refugiadas siguen siendo vulnerables a la trata de personas cuando aceptan ofertas de trabajo en otros países y regiones para librarse de las condiciones infrahumanas de los campos de refugiados o desplazados internos. Sin embargo, más tarde descubren que están inmersas en un trabajo esclavo y sexual.

En China, donde está muy extendida la política del hijo único y muchos bebés son abortados, existe un mercado de tráfico de novias. Muchas mujeres y niñas del estado de Kachin (Myanmar), de mayoría cristiana, son secuestradas y vendidas a hombres chinos. Viven aisladas en zonas rurales y sufren agresión física y sexual. De este modo, engendrarán herederos, preferiblemente hombres, para las familias chinas.

En países como Colombia y México, las niñas cristianas son blanco de los grupos criminales. Las secuestran y las obligan a convertirse en esclavas sexuales y prostitutas. "Los líderes criminales prestan especial atención a las hijas de padres cristianos porque su obediencia es segura. Así es más fácil obligarlas a formar parte de la mafia y aprovecharse sexualmente de ellas, amenazando con hacer daño a sus familias", explica un experto de Puertas Abiertas. Esta diferencia en el comportamiento de las cristianas latinas aumenta el precio que se paga por ellas en las redes de trata.

¿Quiénes son los agresores de las mujeres cristianas?

Los primeros agresores de una mujer o niña que decide seguir a Jesús están dentro de su propio hogar. Esposos, padres, hermanos, tíos e hijos suelen castigar a quienes rompen la tradición familiar con penas físicas y psicológicas, arresto domiciliario, divorcio y matrimonios forzados con hombres de la religión de la comunidad.

Muchos vecinos también se creen con derecho a perseguir a las cristianas agrediéndolas verbal, física y sexualmente. Algunos líderes musulmanes también contribuyen a extender la violencia, ya que animan a los jóvenes a casarse con mujeres cristianas para convertirlas al Islam. Y cuando la pareja tiene hijos, les obligan a profesar la misma fe paterna.

Tras los constantes ataques de grupos extremistas, las mujeres de Burkina Faso reciben ayuda para sus principales necesidades

En los países del África subsahariana hay militantes de grupos extremistas como las Fuerzas Democráticas Aliadas, Boko Haram y Al-Shabaab. Estos secuestran a mujeres y niñas cristianas, las llevan a campamentos y las agreden tanto física como sexualmente. El resultado es que muchas quedan embarazadas y cuando regresan a sus pueblos de origen son excluidas de la comunidad.

También hay traficantes de personas que se aprovechan de la vulnerabilidad de las mujeres cristianas para convertirlas en esclavas de servicios domésticos y sexuales. En algunas situaciones, esta violencia es ignorada por las autoridades, sobre todo cuando se convierten en esposas de sus agresores.

¿Qué les ocurre a las mujeres cristianas tras los actos de violencia?

Las mujeres cristianas que se ven obligadas a casarse sufren torturas diarias, que incluyen todo tipo de agresiones por parte de sus esposos, suegros, cuñados e incluso hijos. En algunas situaciones, son incapaces de soportar la hostilidad y abandonan su fe en Jesús.

Las hermanas que consiguen escapar antes de casarse suelen ser acogidas por iglesias y organizaciones cristianas como Puertas Abiertas. Con apoyo físico, emocional y espiritual, las seguidoras de Jesús reciben herramientas para reconstruir sus vidas.


Los cristianos de América Latina, que viven en comunidades remotas, viven amenazados por criminales miembros de cárteles de la droga

En los países dominados por grupos extremistas, cuando una mujer cristiana consigue escapar de sus secuestradores, regresa a su comunidad de origen. Sin embargo, es condenada moralmente porque deja de ser virgen y tiene hijos de los yihadistas. "Muchas niñas agredidas sexualmente arrastran la cicatriz y el trauma durante mucho tiempo, y su autoestima también queda dañada. Las comunidades no suelen ayudar", explica un colaborador en Nigeria.

Ante este panorama tan amplio de violencia contra las mujeres y niñas cristianas, Puertas Abiertas cree que es función de los cristianos de todo el mundo invertir en actividades que refuercen su verdadero e inmutable valor ante Dios. Esto debe llegar tanto a las víctimas de la violencia como a sus familias y a la comunidad.

Mujeres preparadas para liderar iglesias

A pesar de los diversos tipos de persecución a los que se enfrentan las mujeres y niñas cristianas, a menudo permanecen firmes en Cristo y están dispuestas a ser y hacer discípulos de Jesús. Dona y permite que mujeres de Medio Oriente reciban formación online para descubrir su papel en el Reino de Dios y liderar iglesias domésticas.

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