Puertas Abiertas • 7 mar. 2023
Las mujeres cristianas sufren persecución de su familia, su comunidad y el gobierno
Una mujer o niña se enfrenta a una doble persecución cuando decide seguir a Jesús en cualquiera de los 50 países de la Lista Mundial de la Persecución 2023. Es común que ya sufra desigualdad de derechos por el hecho de ser mujer, como la falta de educación y la dependencia económica, pero esto se agrava si abandona la fe mayoritaria para convertirse en cristiana.
El objetivo de emplear presión y violencia sobre las mujeres cristianas es hacer que vuelvan a su antigua fe o se conviertan a la religión impuesta por la sociedad. Todo vale para que estas mujeres y niñas se ajusten a las normas esperadas por sus familias y comunidades, incluidos los malos tratos físicos y verbales e incluso la muerte.
Conoce algunas formas de persecución de niñas y mujeres cristianas:
Violencia sexual
Según el informe de Puertas Abiertas referente a la persecución específica de mujeres, la violencia sexual afecta al 85% de las mujeres cristianas perseguidas en los países de la LMP 2023. Sin embargo, los datos no son exactos, ya que muchas no denuncian estos delitos por miedo a la vergüenza y la devaluación resultantes.
En Bangladesh, por ejemplo, una mujer maltratada es una vergüenza para su familia y su comunidad. Incluso puede ser procesada por cometer un acto "poco ético", aunque ella sea la víctima. Por ello, es habitual que las mujeres maltratadas guarden silencio, lo que refuerza la acción de los hombres, que saben que quedarán impunes si vuelven a cometer el abuso.
En Nigeria, las mujeres secuestradas por grupos extremistas son víctimas de agresiones sexuales. Incluso cuando consiguen escapar, deben enfrentarse a los prejuicios de la familia y la comunidad, ya que han perdido su "pureza" y a menudo tienen hijos de los radicales islámicos.
Los contextos sociales y jurídicos pueden prolongar las consecuencias de la violencia sexual. En Irak, los abusos sexuales sólo son delito si el hombre no se casa con la víctima. "Para restaurar el honor de la familia, las mujeres, incluidas las cristianas, pueden ser obligadas a casarse con el agresor. Los niños nacidos de una violación (y/o de este matrimonio) serán registrados oficialmente como musulmanes", explica un colaborador de Puertas Abiertas.
Control digital
En los países donde las mujeres tienen acceso a ordenadores e Internet, la persecución también puede ser digital. Muchas son vigiladas y controladas tanto por las familias como por el gobierno. Mientras que los agentes estatales tratan de imponer la adhesión a las políticas del gobierno, la vigilancia familiar busca mantener las expectativas familiares y reforzar el estatus impidiendo asociaciones no deseadas con personas de otra fe.
Si estas mujeres no se someten a las órdenes de la familia, se les niega el acceso a Internet y se les confiscan los teléfonos móviles y los ordenadores. Cuando desobedecen al gobierno, suelen ser interrogadas, golpeadas y detenidas.
En culturas donde las mujeres y las niñas tienen poca privacidad y los hombres tienen la máxima autoridad en el hogar, el mundo digital es otra esfera de control y abuso doméstico. En países de mayoría islámica como Qatar, las prácticas de tutela masculina facilitan e incluso fomentan el control digital.
Secuestro y matrimonio forzado
El secuestro y el matrimonio forzado son también formas de debilitar la fe de las niñas y mujeres cristianas. Mientras que el secuestro no cuenta con el respaldo de la familia, el matrimonio forzado puede ser un interés de los familiares para alejar a la mujer de la fe cristiana y asegurarse un beneficio económico.
Las niñas y mujeres secuestradas por los grupos islámicos radicales forman parte de un plan para la generación de futuros combatientes. Además, las mujeres cristianas son utilizadas como escudos humanos. En la República Democrática del Congo, las mujeres embarazadas y las niñas se adelantan a los yihadistas para que las fuerzas del gobierno no les disparen fácilmente.
El matrimonio forzado puede utilizarse como arma contra las cristianas de origen musulmán. Se les obliga a casarse con musulmanes devotos como forma de volver a su antigua fe. Si se niegan, pueden sufrir abusos físicos y sexuales por parte de sus maridos, que están protegidos por la ley.
En el noreste de Chad, por ejemplo, las mujeres pueden pagar una multa de hasta 39 dólares por rechazar una propuesta de matrimonio. La cantidad es cara teniendo en cuenta la pobreza que sufren los cristianos locales, ya de por sí marginados económicamente por seguir a Jesús.
Apoya a una cristiana perseguida
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