Puertas Abiertas • 23 nov. 2024
La iglesia está expuesta a la violencia en medio del conflicto en Colombia (foto representativa)
Buenaventura es el principal puerto de Colombia. Sin embargo, las ventajas que alguna vez lo convirtieron en uno de los diez puertos más importantes de América Latina —como su acceso al Océano Pacífico y su gran cantidad de ríos— ahora son factores que incrementan la presencia de pandillas criminales que buscan controlar las rutas del tráfico de drogas y armas.
Según la Defensoría del Pueblo, existen al menos 39 grupos armados en el distrito colombiano. La violencia se extiende por toda la región, conocida como el departamento del Valle del Cauca, y se clasifica como la 24ª ciudad más violenta del mundo. Solo en abril de este año se registraron un ataque con coche bomba a un batallón del ejército, una masacre de cinco personas y el asesinato de dos concejales municipales.
Las áreas urbanas y rurales de Buenaventura enfrentan luchas constantes entre las pandillas, con asesinatos, extorsiones, enfrentamientos y desplazamientos constantes. “Tenemos la sensación de que la gente no quiere salir porque teme ser asesinada. No hay un lugar seguro”, dijo Pedro*, un pastor de la zona.
¿Qué significa esto para la iglesia?
En general, la iglesia está expuesta a la violencia y las restricciones causadas por el conflicto, lo que complica el trabajo con los cristianos perseguidos. Moisés*, un pastor local, explica: “Nuestros líderes tomaron la decisión de reducir el apoyo a los pastores porque es muy arriesgado enviar trabajadores a las zonas de conflicto. Cuidar de los hermanos es complicado con estos grupos”.
En algunas regiones, los cultos deben realizarse más temprano o de manera más breve. En ciertas áreas, es muy difícil organizar vigilias, y las actividades pueden suspenderse cuando los grupos armados imponen bloqueos. Las iglesias cristianas también están bajo constante asedio y vigilancia, especialmente los líderes y miembros que participan en ministerios dirigidos a jóvenes.
Según Puertas Abiertas, entre 2023 y 2024 hubo al menos 35 casos de persecución en la región, afectando a 960 hermanos y hermanas en Cristo. Diez de estos incidentes se reportaron solo este año, y seis de ellos ocurrieron en Buenaventura. Debido a esto, muchos cristianos han abandonado la región, lo que afecta a las iglesias.
“Dios está aquí, pero humanamente nos sentimos solos. Por eso pedimos que sigan acompañándonos y fortaleciéndonos”, añade el pastor Pedro*. Juan*, otro pastor local, agrega: “Oren para que Dios levante trabajadores y envíe recursos físicos y espirituales para esta labor. Nuestro objetivo es continuar expandiendo el Reino”.
*Nombres modificados por motivos de seguridad.
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