Puertas Abiertas • 11 feb. 2025
El pastor Rigo y Ana son un ejemplo de los desafíos que enfrenta la comunidad cristiana en México
En la comunidad de Piedras Blancas* en Oaxaca, México, ha surgido una creciente tensión entre las tradiciones indígenas y el derecho a la libertad religiosa. En 2024, una multitud se reunió frente al barracón verde que funciona como cárcel local para presenciar la detención del pastor Rigo*, arrestado por profesar y compartir una fe distinta a la que practica la comunidad.
Su negativa a participar en las festividades religiosas de la comunidad y su decisión de presentar una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos por los abusos que había sufrido sellaron su destino. Fue etiquetado como “traidor” y convocado para recibir su sentencia. Los líderes tradicionales lo declararon culpable de “rebelión” y “agresión”.
Esta no era la primera vez que el pastor Rigo enfrentaba persecución. Cuatro años atrás, su casa fue incendiada, una clara advertencia de que sus creencias no eran bienvenidas. Para poder coexistir pacíficamente, aceptó participar en ciertas actividades tradicionales de la comunidad que no comprometían su fe. Sin embargo, su continua negativa a participar en tradiciones que iban en contra de sus creencias enfureció a los líderes, y las amenazas se intensificaron.
Violación de derechos básicos
Semanas antes de su arresto, su hijo fue expulsado de la escuela y los líderes municipales le cortaron los servicios básicos de su hogar. Estas acciones llevaron a Rigo a presentar la queja que, finalmente, resultó en su detención. Tras el arresto, su esposa Ana* recurrió a las redes sociales para denunciar la injusticia y la realidad de la persecución religiosa. La respuesta fue brutal: también fue arrestada junto con su esposo y permaneció detenida por dos días.
Rigo fue además obligado a firmar un documento bajo coacción en el que admitía no haber cumplido con sus deberes comunitarios, lo que lo convirtió aún más en un enemigo de la comunidad. Puertas Abiertas tomó conocimiento del caso y actuó rápidamente. Con la ayuda de un abogado y el apoyo del Departamento de Asuntos Religiosos en Oaxaca, comenzaron las negociaciones. El diálogo entre la familia y las autoridades comunitarias resultó en un acuerdo, pero tuvo un costo alto: una multa de 50,000 pesos.
Ana fue liberada el mismo día y Rigo al día siguiente. Sin embargo, la experiencia dejó secuelas físicas y emocionales profundas. Aunque están en libertad, siguen enfrentando restricciones para practicar su fe. No pueden construir una iglesia ni recibir a otros pastores. A pesar de todo, siguen comprometidos con su comunidad, mostrando amor y respeto incluso hacia aquellos que los encarcelaron, porque creen que el amor de Jesús puede transformar la comunidad.
Piedras Blancas no es un caso aislado. Según una investigación de Puertas Abiertas, entre octubre de 2023 y octubre de 2024 se registraron 102 incidentes de persecución religiosa en Oaxaca, de los cuales 100 ocurrieron en comunidades indígenas. La historia de Rigo y Ana resalta el delicado equilibrio entre la preservación cultural y el respeto a la diversidad, así como la urgente necesidad de que los organismos de derechos humanos intervengan y promuevan mecanismos de diálogo que protejan los derechos fundamentales sin comprometer el patrimonio cultural.
*Nombres cambiados por seguridad.
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