Puertas Abiertas • 14 abr. 2023
Ishaya es el padre de una de las niñas secuestradas que permanece cautiva
Hoy se cumplen nueve años del secuestro a las niñas de Chibok. La noche del 14 de abril de 2014, miembros del grupo extremista islámico Boko Haram irrumpieron en la escuela pública de secundaria GGCSS del estado de Chibok, en el noreste de Nigeria, haciéndose pasar por soldados del gobierno enviados para proteger a unas 275 niñas que fueron secuestradas.
De las niñas presentes en el momento del secuestro, 47 consiguieron escapar el mismo día o poco tiempo después, y otras 103 han sido liberadas de su cautiverio en los últimos nueve años. Mientras tanto, las demás llevan casi una década esperando su libertad. Los padres tampoco pierden la esperanza de volver a encontrarse con sus hijas, pero están cansados.
La espera es como una muerte lenta y asfixiante que los desgasta día a día. Yakubu Nkeki, representante de la Asociación de Padres de las Niñas Chibock, explica: "Perdimos a 38 padres en los tres primeros años tras el secuestro. Incluso enfermedades comunes, como la hipertensión, se cobran la vida de padres angustiados. Ellos sienten mucho dolor".
Ishaya
Ishaya es uno de los padres que continúan esperando. "Si nuestras niñas han muerto, queremos saberlo. Necesitamos que nos informen. Sólo entonces podremos dejar de esperar", afirma Ishaya. No hay día en que no mire el retrato de su hija con nostalgia y preocupación por lo que debe estar pasando.
Otra madre confirma: "Hasta ahora no hemos tenido noticias. Como madre, me niego a aceptar que mi hija esté viva o muerta a menos que lo confirmen fuentes fiables". Los extremistas utilizan los secuestros para debilitar a las comunidades cristianas locales y obtener dinero mediante rescates.
Nuevas exigencias
Una de las últimas exigencias de los padres es que las niñas vuelvan a casa cuando sean rescatadas. Hasta ahora, cuando alguna de ellas es encontrada, la obligan a permanecer bajo la tutela del gobierno. Incluso fuera del cautiverio, tienen que enfrentarse cada día a los agresores que han sido detenidos o que se han entregado, que permanecen en el mismo lugar.
A pesar de ello, en el refugio, las niñas pueden utilizar teléfonos y hablar con sus padres. Ellas también han podido ponerse en contacto con los líderes de la iglesia local para compartir sus dificultades y pedir ayuda en oración.
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