Puertas Abiertas • 28 sep. 2021
Sarata perdió primero a su marido y luego a una hija a manos de Boko Haram.
Los cristianos de Camerún también son víctimas del Boko Haram. Desde el 2013, los yihadistas cruzaron la frontera y comenzaron a actuar con la misma violencia con la que amenazan la vida de la población en el norte de Nigeria. La aldea de Sarata, una mujer que forma parte de la comunidad cristiana a la que Puertas Abiertas apoya en la región fue invadida, la cristiana perdió a su esposo Tetekwa y a su hija Lydia en ataques de los radicales.
Sarata lleva un vestido tradicional y de sus orejas cuelgan unos sencillos pendientes dorados. Se ha puesto sus mejores ropas para la entrevista. Todavía lleva su anillo de boda, aunque su esposo lleva muchos años muerto. Sus palabras son escasas, sentada cerca de una pared de barro, responde pacientemente a nuestras preguntas. En su regazo sostiene dos objetos: un trozo de tela doblado y unas hojas de papel blanco y azul. Estos objetos, el anillo, la tela y el papel pueden parecer insignificantes para algunos, pero son todo lo que le queda de su esposo y su hija que perdió a manos de Boko Haram.
Sarata parece mucho mayor de lo que realmente es. Los años que ha pasado trabajando al aire libre han hecho que esta mujer de 55 años se vuelva musculosa, y los profundos surcos de su rostro indican las muchas luchas que ha tenido que soportar. Gracias a la insurgencia de Boko Haram, los últimos 6 años de su vida han sido una dura batalla.
La responsabilidad de cuidar una familia en los hombros de una viuda
Sarata comparte muy pocos detalles de los ataques de 2014 que llevaron a la muerte de su esposo. "Se llamaba Tetekwa. Estuvimos casados durante 30 años. Cultivábamos juntos... El año que murió mi esposo Boko Haram empezó a lanzar bombas en nuestra zona..." comparte la cristiana.
El día de la muerte de Tetekwa, el estrés constante y el miedo a un ataque inminente afectaron su salud, el hombre de la casa sufrió un ataque al corazón. "Los uniformados llegaron disparando con armas de fuego. Se puso muy ansioso. Primero le dolió el estómago. Poco después, la tensión empezó a afectar a su corazón. Cuando llegó al nivel del corazón, lo llevaron al hospital. Pero incluso allí, la tensión aumentó. Así fue como Dios se lo llevó a casa".
"Después de su muerte, nos quedamos sin nada", explica Sarata. "Ni siquiera teníamos suficiente comida. Mi familia sólo conocía el sufrimiento. Sólo el sufrimiento", dice, desanimada. La responsabilidad de cuidar a su familia llegó a recaer únicamente sobre sus hombros. "Compro jabón, compro comida, compro medicinas, compro todo lo necesario...". Es pesada, la carga que lleva la cristiana cultivando un terreno plantado de maíz a cierta distancia de su casa.
Estos objetos, el anillo, la tela y el papel son todo lo que le queda de su esposo y su hija que perdió a manos de Boko Haram.
Un nuevo dia, una nueva aflicción
El jueves 13 de septiembre de 2019 Sarata y sus hijos se dirigían a la plantación, cuando Boko Haram atacó nuevamente. "Junto a otras mujeres salimos temprano por la mañana para ir a nuestros campos que están en el monte. Los niños corrían delante de nosotros, fuera de nuestra vista. Entonces nos encontramos con combatientes de Boko Haram. Pasaron por delante de nosotros sin hacernos daño. Pero, pocos minutos después, oímos disparos. Me asusté mucho. Estaban disparando delante de nosotros, donde estaban mis hijos”.
Sus hijos escaparon de alguna manera. Corrieron hacia su madre y le dieron la terrible noticia, los soldados intentaron secuestrar a Lydia, su hija de 16 años, pero ella se resistió y le dispararon. Desde entonces, la cristiana vive a diario con el dolor de la pérdida y el recuerdo de sus dos seres queridos: "Lo que me duele es que la maldad de los hombres me quitó a mi hija” comparte la cristiana.
Sarata describe a la difunta Lydia como una hija obediente que ayudaba a su madre en la casa. "Cocinaba la comida, lavaba la ropa y hacía todas las tareas de la casa". Los recuerdos y la pérdida de Lydia hacen que a Sarata se le corte la voz cuando dice. "Con todo lo que ha pasado, ¿qué más puedo decir? Esta es mi realidad. En todo lo que hago hay sufrimiento. Si veo a otros niños yendo a la iglesia, a la escuela, caminando juntos, los recuerdos dolorosos vuelven... Cada vez que veo su ropa y este certificado de notas de la escuela (papel azul), me sumerjo en la tristeza. Ya he regalado casi toda su ropa".
Desde entonces, la cristiana vive a diario con el dolor de la pérdida y el recuerdo de sus dos seres queridos: "Lo que me duele es que la maldad de los hombres me quitó a mi hija” comparte la cristiana.
A pesar del dolor, Sarata no puede permitirse el lujo de sentarse a llorar a su hija o vivir en el pasado demasiado tiempo, ya que tiene otros cinco hijos que cuidar. "Lo único que me preocupa ahora son mis hijos, que siguen aquí. Su bienestar es lo más importante. Mi oración es que el Señor me ayude y me de fuerzas para sacar adelante a mis hijos. A mis niños no les queda otro medio de subsistencia que trabajar en el campo", explica.
La situación de Sarata es similar a la del pastor Jeremiah y Amina. Necesitan vivir un día a la vez confiando en la gracia y la protección de Dios. Pero el miedo a los ataques repentinos es real. "Siempre tenemos miedo extremo. Cada día es posible que estén planeando una emboscada. ¡Siempre tenemos miedo!", concluye la cristiana.
Esperanza para los cristianos de Nigeria
La visión de Puertas Abiertas para la Iglesia perseguida por la violencia es ayudar a los cristianos a convertirse en comunidades resistentes y solidarias que puedan vivir de forma fructífera a pesar de los desafíos a los que se enfrentan. Esto incluye el cuidado de las necesidades físicas y emocionales a través del ministerio de presencia, ayudas de emergencia, atención a traumas y apoyo financiero.
Sarata y otros cristianos locales están siendo asistidos por los socios de Puertas Abiertas, y esto les ha dado esperanza de mejores días. Para Sarata ha significado mucho nuestro apoyo. "¡Muchas gracias! Gracias, queridos, por ayudarnos en nuestro sufrimiento... ¡Muchas gracias Puertas Abiertas!"
Con tu apoyo también le hemos proporcionado a Sarata una ayuda económica de emergencia. "Con el dinero que recibí, pagué la escuela de los niños y el trabajo en la granja. He comprado comida y también he ahorrado algo para emergencias... Muchas gracias por haber venido a ayudarnos. Gracias, gracias. Todo lo que puedo decirles es gracias".
Ayuda de emergencia para las viudas de Nigeria
La historia de Sarata es muy común entre los cristianos de Nigeria. Para que puedan resistir la presión y la violencia, necesitan la oración y el apoyo de los hermanos y hermanas de todo el mundo. Ayuda a viudas de Nigeria para que tengan comida, vivienda y sus hijos tengan la oportunidad de estudiar. Sé un canal de la providencia de Dios.
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