Puertas Abiertas • 10 jun. 2023
"En Corea del Norte existe un lavado de cerebro anticristiano", dice sobreviviente
Nacido en Corea del Norte, Timothy Cho creció oyendo que los misioneros eran monstruos crueles. Viviendo en el país más cerrado del mundo, nunca había oído hablar de Jesús.
De niño, Cho fue abandonado después de que su familia huyera de la nación comunista durante la Marcha Ardua, la peor hambruna de Corea del Norte, en la década de 1990. Al ser abandonado, el niño llegó a ser considerado "hijo de traidores". Como consecuencia, no recibió ninguna ayuda y perdió el acceso a la escuela. Timothy creció en la calle, sobreviviendo en medio de la pobreza.
En 2004, con 17 años, decidió huir a China. Fue su primera experiencia lejos de la dictadura norcoreana. "La primera vez que vi China fue una mezcla de sentimientos. Una cosa que fue diferente para mí fue ver luces distintas, porque en Corea del Norte la imagen general es la oscuridad. Y todo el mundo con ropa diferente y cortes de cabello distintos, fue un poco chocante. Incluso tuve la sensación de que me iba a desmayar, porque eran cosas que nunca había visto en Corea del Norte", cuenta Cho a Guiame en una entrevista exclusiva.
Oyendo hablar de Jesús en un sótano de China
En China, Cho conoció a un misionero norcoreano que ayudaba a desertores de Corea del Norte y los refugiaba en un lugar llamado "Casa segura". Sin enterarse, Timothy aceptó la invitación del misionero para refugiarse allí. "En la casa vi un collar con una cruz, una Biblia y niños norcoreanos. Para mí, un collar con una cruz colgando me daba mucho miedo. Creía que si tocaba esa cruz un instante, se me pudriría el dedo", recuerda.
Según el desertor, el gobierno norcoreano promueve la propaganda anticristiana a través de películas y cuentos en las escuelas. Cho puso el ejemplo de una cartilla escolar que cuenta la historia de un niño que recogió una manzana caída dentro de la granja de un misionero. Por recoger la fruta, el misionero lo castigó atándolo a un árbol y derramando ácido sobre su frente hasta que murió.
"Debido al lavado de cerebro anticristiano de Corea del Norte, al ver el collar con la cruz pensé que el misionero era un traficante de personas y que los niños que estaban allí habían sido secuestrados por él. Pensé que me vendería como esclavo para el tráfico de personas", explicó.
Cuando el misionero le ofreció comida, Timothy la rechazó, creyendo que podría estar envenenada. "Pensé que podría haberme puesto somníferos y que, cuando me despertara, estaría en otra parte", dijo Timothy.
En el sótano del Hogar Seguro, el misionero le habló del Jesús de la Biblia. Pero atemorizado, el joven acabó huyendo del lugar. Cho continuó su huida hacia Mongolia, pero finalmente fue capturado y arrestado por las autoridades chinas.
Detenido y torturado
Timothy fue enviado a Corea del Norte, junto con otros desertores. Allí lo recluyeron en un campo de detención, en una celda con 50 presos. "No teníamos espacio suficiente. Teníamos que apoyarnos en la espalda de los demás. El retrete estaba justo ahí, no tenías intimidad. Nadie hacía contacto visual con los demás, el ambiente era deprimente, temeroso. Nos daban dos cucharadas de fideos al día", relató.
Cho dijo que la primera pregunta que las autoridades norcoreanas hacían a los nuevos reclusos era si habían tenido contacto con algún misionero. En el país comunista, quienes tienen contacto con cristianos son considerados espías extranjeros.
"Los que confesaron bajo presión fueron torturados. Yo no dije nada. Sabía que tendría que denunciar a ese hombre y algo muy dentro de mí me decía que no podía hacerlo. Aun así, me detuvieron y me torturaron", dijo. Poco después, el desertor fue puesto en libertad. A los tres días, Timothy cruzó la frontera y huyó a China por segunda vez. "Estaba traumatizado, y esta segunda vez quería encontrar un misionero, pero Dios no me envió un misionero", confesó riendo.
Una vez más, el joven fue finalmente descubierto y detenido en una prisión china para ser deportado a Corea del Norte. "Los norcoreanos envían agentes secretos a China para que los desertores no tengan éxito en su huida", señaló Cho.
Según él, 35.000 norcoreanos han logrado abandonar Corea del Norte, mientras que más de un millón de personas lo han intentado y han fracasado en un periodo de 30 años. "Muchos de ellos acabaron en campos de prisioneros y fueron ejecutados", dijo Cho.
"Sabía que me ejecutarían"
En la prisión china, Cho se sintió muy afectado por los riesgos que corría al regresar a su país como desertor que ha intentado escapar varias veces. "Muchos norcoreanos ya se preparan para suicidarse si los detienen, porque saben que si los llevan a Corea del Norte será peor. Yo mismo tenía varias pastillas tranquilizantes. Sabía que me ejecutarían", comentó Timothy.
En uno de sus momentos más difíciles, Cho volvió a tener contacto con el Evangelio. “Lloraba día y noche. Entonces uno de mis compañeros de celda se acercó. Era un gángster muy peligroso en Corea del Sur y lo iban a deportar. Era enorme, fuerte y estaba todo tatuado. Se me acercó y me dio un ejemplar de la Biblia que tenía escondido. Me dijo: Lee esto", recuerda Timothy.
"Pensé: Este es el sujeto más loco que he conocido. Me envían de vuelta a Corea del Norte, me iban a ejecutar allí y este hombre me pide que lea la Biblia...". Nunca había leído la Biblia".
Orando a un Dios desconocido
Durante su estancia en prisión, el joven leyó tres veces las Escrituras y también aprendió a orar con su compañero de celda. "Le dije a ese hombre que sólo creería en ese Dios si me sacaba de la cárcel. Entonces me dijo: Ora al Señor. Y yo le pregunté: ¿Cómo lo hago? Él me respondió: Di lo que quieras y al final di amén", relató Cho. Entonces, el joven norcoreano pidió ayuda a Dios. "Oré así: Dios, no quiero morir, amén. Dios, no puedo volver a Corea del Norte, amén. Dios, quiero salir de esta prisión, amén. En mi mente, Dios enviaría un helicóptero para sacarme. Pero Él lo hizo mejor", dijo.
Timothy estaba detenido en un ala dentro de una escuela y un estudiante, de 13 años, vio a los presos y denunció la situación a la prensa occidental, a través de una carta.
"Dijo a los periodistas: Si los deportan, morirán en su país. Nosotros no podemos hacer nada, pero ustedes sí". Esa carta llegó a los principales medios de comunicación occidentales, como la BBC y la CNN. A los pocos días, hubo manifestaciones ante varias embajadas chinas en todo el mundo", explicó Cho.
Ante la repercusión del caso, el gobierno chino hizo lo que nunca antes había hecho: liberar a un desertor norcoreano. "Mi compañero gángster lloró y oró conmigo. Sabía que Dios escucharía mis suplicas y así fue", declaró Timothy.
Cho fue enviado a Filipinas y allí pudo elegir el país en el que le gustaría vivir. A los 18 años, Cho aterrizó en el Reino Unido como superviviente de la dictadura norcoreana.
Acogido por la iglesia
Timothy en una iglesia local de Inglaterra (Foto: Twitter/Timothy Cho).
En el nuevo país, una iglesia local y la Misión de Puertas Abiertas lo ayudaron a recomenzar su vida. La iglesia lo acogió, le dio trabajo y le ayudó a terminar sus estudios.
"Puertas Abiertas estuvo y está conmigo todo el tiempo. Apoyándome en todo", dijo el cristiano, que recientemente participó en la celebración de los 45 años de Puertas Abiertas en Brasil, en Sao Paulo. Y añadió: "La iglesia en el Reino Unido y en todo el mundo fue crucial para reconstruir mi vida. Digo en todo el mundo porque sé cuántos cristianos han orado por mí y por mis hermanos y hermanas de Corea del Norte. Nunca me he sentido desamparado por mi familia en Cristo y siempre me he sentido acogido por ellos".
Viviendo en una nación democrática y libre, Cho aceptó a Jesús como su Salvador y creció en su fe. Hoy, a sus 33 años, Timothy tiene dos licenciaturas y trabaja con un diputado inglés, luchando contra las violaciones de los derechos humanos. Sigue activo en la causa de los cristianos perseguidos en Corea del Norte.
"Han ocurrido muchos milagros para que hoy esté aquí", declaró el cristiano perseguido.
Timothy Cho hablando en la ONU (Foto: Twitter/Timothy Cho).
Banco Estado | Nº 3477 1228 854
Misión Puertas Abiertas
RUT 65184324-3
Cuenta vista o Chequera Electrónica
Sucursal Tajamar
Casilla N° 261
Av. Providencia, 1466
Santiago - Chile
Teléfonos:
(+55) 11 99629-9010
(+56) 9 9968- 2161