Puertas Abiertas • 1 jun. 2022
En la escuela, aprenden sobre la familia Kim y sus maravillosas hazañas. Se inclinan en reverencia ante estatuas e imágenes (fuente: opendoorsau)
Lee Joo-Chan* (ahora con 50 años) es uno de los miles de norcoreanos que crecieron en una familia cristiana sin saberlo. Si se descubre la fe de un norcoreano, éste y tres generaciones de su familia se enfrentan a la cárcel, a la tortura física y mental e incluso a la muerte.
En este país (número 1 durante 18 años consecutivos en la Lista Mundial de la Persecución), los padres no pueden arriesgarse a hablar a sus hijos de su fe. Algunos padres esperan que los niños sean lo suficientemente mayores y entonces les hacen partícipes del "secreto familiar". Otros, como los padres de Lee, nunca sienten esa libertad.
30 años de secretos revelados
"Sabía que mis padres eran diferentes. Todo el mundo los llamaba padres comunistas, porque cuidaban de los enfermos, los pobres y los necesitados. Por la noche, leían en un libro secreto, que no me permitían leer. Pero les oía susurrar las palabras y sabía que era su fuente de sabiduría. También sabía que si alguna vez hablaba de esto a alguien más, nos quitarían la familia".
La madre de Lee Joo-Chan llegó a la fe antes de la Segunda Guerra Mundial, durante la época en que Corea era un solo país y Japón lo gobernaba. Cuando el dictador Kim Il-Sung llegó al poder después de la guerra, comenzó la persecución de los cristianos en Corea del Norte y se cerraron las iglesias. Lee escapó de su país natal a finales de los 90. Su madre también salió después de un tiempo. Él describe su encuentro.
"Fue un momento muy emotivo conocerla en China. Por primera vez, mi madre pudo contarme todas esas cosas que había mantenido en secreto durante más de 30 años”.
Me cogió de la mano y me llevó a una casa-iglesia vacía. Allí me contó cómo se hizo cristiana en 1935, cuando tenía nueve años, sus padres también lo habían sido y cómo todos se sirvieron mutuamente durante la ocupación japonesa de Corea. Añoraba aquellos días.
Me explicó cómo Cristo vino a este mundo y murió por todos nosotros. Me contó todo lo que necesitaba saber sobre nuestra fe, que ella me dio a luz, pero que en realidad yo era “hijo de Dios”, dijo.
"Él te protegerá y te dará un lugar donde vivir. Cree en Él. Sé fiel. Tu vida eterna comienza a partir de aquí".
La madre de Lee comenzó a orar en voz alta. Incluso gritando. Oró durante tres horas, con el sudor cubriendo todo su cuerpo. "Oró por mí, por Corea del Norte y por el pueblo de Corea del Norte", dice Lee. "Suplicó al Señor que salvara a su pueblo".
Más tarde, la madre de Lee y su hermano, que también habían ido a China, volvieron a Corea del Norte. No sabían que alguien les había traicionado, y cuando cruzaron el río, aparecieron cuatro soldados ocultos. Uno golpeó a la madre de Lee con su rifle y la mató al instante. Su hermano fue apuñalado hasta la muerte con palas. Lee fue testigo de los asesinatos desde el otro lado del río. Más tarde se enteró de que su padre y otros hermanos fueron detenidos y asesinados también.
El joven por el que había orado su madre pudo llegar a Corea del Sur y finalmente cumplió el deseo de su madre convertirse en pastor y seguir a Jesús.
Tres razones de una fe silenciosa
Basándonos en nuestras conversaciones secretas con creyentes norcoreanos
Mencionamos tres razones por las que los padres norcoreanos no comparten el evangelio con sus hijos pequeños:
1. Adoctrinamiento continuo: Desde la cuna hasta la tumba y desde la mañana hasta la noche, todo ciudadano norcoreano está sometido al adoctrinamiento. Todo el día, a través de la televisión, los canales de radio, los periódicos e incluso los altavoces, se les vierte propaganda. Una de las primeras palabras que los padres norcoreanos deben enseñar a sus hijos son las palabras "Gracias, padre Kim Il-Sung". En la escuela, aprenden sobre la familia Kim y sus maravillosas hazañas. Se inclinan en reverencia ante estatuas e imágenes. A través de libros y películas de animación, se les enseña que los cristianos son espías malvados que secuestran, torturan y matan a niños norcoreanos inocentes, para luego vender su sangre y sus órganos.
2. Demasiado arriesgado: "Temía todos los días por mi vida en Corea del Norte", cuenta Lee Joo-Chan. Pero los niños no siempre son conscientes de la seguridad. Pueden cantar accidentalmente una canción o contar a sus amigos una determinada historia bíblica. En la escuela, los profesores pueden preguntar si sus padres leen un determinado libro negro. Compartir el evangelio es extremadamente peligroso.
3. No tienen a nadie que se los diga: Lamentablemente, en Corea del Norte, decenas de miles de niños (tal vez más) se han quedado sin hogar porque sus familias cristianas fueron destrozadas por la muerte, los arrestos u otras tragedias. A veces, alguno puede llegar a China pero no puede regresar. La dura vida norcoreana ha roto innumerables familias, asustando de por vida a los niños supervivientes.
¿No hay cristianos en Corea del Norte?
Por la gracia de Dios, hay algunos. A menudo, descubren el evangelio por casualidad.
"En nuestra casa había un armario escondido", dice Kim Sang-Hwa, que creció en Corea del Norte. "Cuando tenía 12 años, lo encontré por casualidad. No sé por qué, pero empecé a tantear el interior del armario con la mano y cuando sentí un libro, lo saqué. Abrí el libro y empecé a leer: "En el principio, Dios creó el cielo y la tierra".
Empezó a temblar y dejó caer el libro
"Estaba muy asustada. Me habían enseñado la teoría de la evolución, así que sabía que este libro era ilegal. Mi descubrimiento podía costarme la vida. Tenía miedo de tocar la Biblia, pero no podía dejarla allí. Cerré los ojos, cogí el libro y lo dejé en su sitio. Analicé mis opciones: ¿Debo decírselo a mi profesor? ¿Debo ir a ver al inspector de seguridad local? Durante 15 días no se me ocurrió nada más. Sabía que era mi deber denunciar este libro ilegal, pero era mi familia la que estaba involucrada. Y yo también tenía todas estas preguntas: “¿Quién es este Dios?” o “¿qué?”.
Finalmente, Kim Sang-Hwa tuvo las agallas de confrontar a su padre sobre su descubrimiento.
"Se sorprendió mucho y se sentó a mi lado. Me preguntó: “¿Ves esos viejos árboles?” Asentí con la cabeza. “¿Quién los hizo?”, preguntó. Le dije que no lo sabía y me explicó la historia de la creación, incluyendo cómo Dios había hecho a Adán y Eva. Luego se volvió hacia mí y me hizo otra pregunta: "¿Cuál es el animal más peligroso?" No supe por qué, pero respondí: "la serpiente".
“Es cierto", respondió. Me contó cómo llegó el pecado al mundo. Fue la primera de las muchas conversaciones que tuvimos sobre la Biblia, sobre Dios, Jesús y el Evangelio. Me explicó muchas historias bíblicas. Todavía no era un verdadero creyente, pero tenían mucho sentido para mí. Me daba pena toda esa gente que no conocía la verdad. “Incluso mis hermanos mayores no lo sabían".
Poco a poco, la familia de Kim le enseñó la Biblia. "Mi madre me enseñó a memorizar versículos de la Biblia y el Credo Apostólico y también me explicó el evangelio completo. Mi abuelo me enseñó a orar”. “Es sólo hablar con Dios”, decía. “Nada más y nada menos”.
El abuelo de Kim hablaba mucho de la segunda venida de Jesús. Él realmente anhelaba eso, dijo Kim.
Para mí, todas esas historias e ideas eran muy interesantes. También leí la Biblia por mi cuenta. Pero me di cuenta de que era peligroso. Mi padre siempre hacía hincapié en no compartir nada con nadie más. Entonces se ponía a orar en susurros, casi inaudiblemente: “Padre, ayuda al pueblo norcoreano a buscar tu Reino primero”.
Dios actúa a través de las generaciones
Después de ayudar a miles de norcoreanos que provienen de familias cristianas, Puertas Abiertas sigue descubriendo que Dios nunca va soltar a estas familias.
"Recuerdo a mis dos abuelos", dice Choi Yong Sook, que también creció en Corea del Norte. Cuando hacía los deberes, escuchaba sus conversaciones y les oía decir cosas raras. Hablaban de la segunda venida de Jesús y también de cómo Esaú vendió su derecho de primogenitura por un solo guiso. Recuerdo que pensé, “seguro era un guiso muy, muy bueno”. Y también pensé que podia ser resultado de hacerse mayor el hablar de cosas extrañas.
Más tarde, mi abuelo y mi padre fueron detenidos por formar parte de una red cristiana. Pudieron salir de la cárcel mediante conversaciones, pero sufrieron muchísimo en la prisión. Nos desterraron a un pueblo remoto. Mi abuelo me dijo que “crea en Dios".
Pero la vida era dura y Choi no recibió ninguna enseñanza sobre Dios. Sólo descubrió al Señor después de ir a la cárcel por intentar escapar de Corea del Norte. Yong Sook no pensó mucho en el Dios de su abuelo en la cárcel. Esto cambió cuando una anciana fue encarcelada por robar comida. También había demolido un antiguo establo de cerdos y construido uno nuevo sin el permiso de su madre.
"Podía oírla orar. Dulce madre, por favor, perdóname, perdóname..." recuerda Choi. "En realidad, fue por aburrimiento que yo también empecé a orarle a mi madre. Oraba para que mi madre me ayudara a salir. Luego me di cuenta de que mi padre era probablemente más fuerte, así que empecé a orarle a él. Quizás mis abuelos eran aún más fuertes, así que empecé a orarles a ellos.
Entonces me pregunté: ¿cuál es la persona más poderosa a la que puedo orar? Llegué a la conclusión de que era el Dios de mi abuelo. Así que oré y le pedí que me liberara. Todavía no era cristiano pero creo firmemente que gracias a aquellas extraordinarias oraciones en aquella oscura celda de la prisión, he sido muy bendecido desde entonces. Recordé una novela de mi juventud. De hecho, había robado ese libro. El protagonista era cristiano y también oraba a Dios. Así que repetía lo que él decía: “Padre todopoderoso, santo, santo, Padre misericordioso, misericordioso...” Repetía esta frase cada mañana.
Cuando fue liberada tras pasar varios meses tortuosos en prisión, Choi pudo escapar a China. Por primera vez en su vida, tuvo la oportunidad de leer la Biblia. Se encontró con algunas historias que su abuelo solía contar.
"Entonces me di cuenta de que mi abuelo tenía razón. Dios existía y había respondido a mis oraciones".
La primera vez que Choi fue a una iglesia china fue una experiencia increíble para ella: "Sólo quería experimentar la iglesia y ver cómo era", recuerda. En la puerta había un hombre, y me saludó [Hola] en coreano: Annyung haeseo. A partir de ese momento, mi mente dio un vuelco. Me sentí segura. Sentí que podía confiar de verdad en esa gente. La gracia se apoderó de mí. Cuando me senté, cerré los ojos y tuve una imagen de mí misma llorando. Sabía que, efectivamente, estaba a punto de llorar. Si abría la boca, no dejaría de llorar y por mis gritos, todos sabrían que era una desertora norcoreana. Con todas mis fuerzas mantuve las mandíbulas cerradas. “Después del culto, me dolía la cara por la tensión".
Choi le contó a la mujer que la había llevado a la iglesia lo que había pasado.
"Fue porque Dios te ama de verdad", le explicó a Choi. Ella llegó a la fe y ahora dice: "Soy el fruto de las oraciones de mis abuelos".
Ora por los padres e hijos norcoreanos
Sin duda, el punto de oración más importante para los padres cristianos norcoreanos es que un día puedan compartir el evangelio con sus hijos. Por favor, ora por:
Banco Estado | Nº 3477 1228 854
Misión Puertas Abiertas
RUT 65184324-3
Cuenta vista o Chequera Electrónica
Sucursal Tajamar
Casilla N° 261
Av. Providencia, 1466
Santiago - Chile
Teléfonos:
(+55) 11 99629-9010
(+56) 9 9968- 2161