Una cristiana traumatizada vuelve a cantar en Manipur

Ayer se cumplió un año del conflicto étnico-religioso en Manipur. Desde mayo de 2023, los cristianos locales se enfrentan a los devastadores efectos de la disputa entre las comunidades kuki y meitei. La cristiana Kimkim* es un testimonio de resiliencia y fe en este contexto. El trauma ha hecho que ya no pueda expresar su fe en Jesús cantando, como lo solía hacer.

La socia local Nitya* cuenta que el dolor y la incertidumbre siguen siendo visibles en los rostros de las víctimas que se han convertido en desplazados internos en Manipur. A Kimkim aún le duele el corazón cuando recuerda los terribles ataques y todo lo que ella, su esposo y sus dos hijas tuvieron que dejar atrás para sobrevivir.

Como matrimonio interétnico -Kimkim pertenece a la comunidad kuki y su esposo a la meitei-, la familia no esperaba que el conflicto durara tanto. «Pensábamos que no saldríamos perjudicados ni afectados. Mientras otros huían, nosotros nos quedamos, confiando en que estaríamos a salvo porque mi marido es meitei. Pero la situación empeoró y tuvimos que huir", explica.

El miedo persiste

“Nuestros hijos siguen con traumas hasta el día de hoy. Cualquier concentración de gente o sonidos fuertes hacen que los niños salgan corriendo y pregunten: ¿Van a quemar nuestras casas? ¿Vienen a matarnos?" Como profesora, Kimkim los anima a orar por todos, incluidos los que los persiguen, pero es muy difícil cuando su hija de cinco años se despierta en medio de la noche aterrorizada por las pesadillas. “No sabemos qué hacer para borrar ese recuerdo”, dice Kimkim.

Las víctimas de los atentados de Manipur aún sufren muchos traumas

La hija menor del matrimonio, que tiene tres años, aún no entiende lo que está pasando. Todos los días ora para que Dios reabra la tienda familiar, que Kimkim y su esposo se vieron obligados a abandonar cuando huyeron. La propia Kimkim sigue sufriendo estrés postraumático y ansiedad. Como muchas víctimas cristianas de los atentados de Manipur, no puede aceptar todo lo ocurrido, especialmente los abusos y asesinatos.

“Muchos inocentes murieron en vano. Abusaron sexualmente de niñas inocentes. No sabía cómo orar mientras veía todas estas cosas. Simplemente cerré mis ojos y mi mente se quedó completamente en blanco”. Durante muchos días, Kimkim se sintió enojada con la gente y con Dios. El trauma de la destrucción sigue teniendo un gran impacto en los sobrevivientes. Se vieron obligados a vivir enormes cambios para sobrevivir. Kimkim aún recuerda su primer día en el campo de desplazados. Tenía miedo de dar cualquier paso fuera del refugio.

Reconciliación con Dios

Bendecida con una hermosa voz, Kimkim utilizó el don del canto para glorificar a Dios. “Solía cantar, pero dejé de hacerlo. Después de pasar por todo esto, ya no podía alabar más”. Además, los recuerdos de los asesinatos, el vandalismo y la violencia aún la persiguen y le causan dificultades emocionales y psicológicas. “Tenía miedo de mis vecinos. Pasaba la mayor parte del tiempo aislada con mis hijos”.

Pero por el bien de sus hijos, ella y su esposo comenzaron a participar de los cultos con otros cristianos locales. Antes, era incapaz de adorar a Dios a causa del trauma y el dolor, pero poco a poco Kimkim se reconcilió con Dios y se dio cuenta de lo mucho que Él había protegido a su familia durante todo ese periodo.

“No sabía qué pedir o qué decirle a Dios. Pero me di cuenta de que sólo Dios puede darnos paz. Y cada vez que alabo a Dios, puedo sentir su paz. Así fue como volví a cantar”. Hoy, Kimkim y su esposo trabajan temporalmente en una escuela donde estudian sus hijas. Aún lejos de su ciudad natal, Kimkim dirige el grupo de alabanza de la iglesia a la que empezaron a asistir. Agradece el apoyo de los socios locales de Puertas Abiertas, que ayudaron a la familia con alimentos y mantas. “Llegamos aquí sin nada. Gracias por ayudarnos y animarnos durante cada visita", concluye.

*Nombres modificados por seguridad.