Puertas Abiertas • 11 oct. 2024
Al conocer a Jesús y a otros niños cristianos, Layla descubrió que no estaba sola
La intensa persecución a los cristianos en el norte de África limita la comunión, el ánimo y la enseñanza bíblica que una iglesia puede ofrecer. Todos los cultos, oraciones y alabanzas ocurren en secreto, bajo vigilancia para evitar espías.
Ni siquiera en casa, con su propia familia, pueden estar tranquilos. Especialmente en el caso de los niños, quienes frecuentemente tienen dificultades para entender y guardar secretos. Fue en este contexto que Layla, de 14 años, creció.
Aislada por ser cristiana
Hoy, Layla participa en una iglesia doméstica en Egipto, pero era solo una niña cuando su vida cambió. Tenía nueve años cuando sus padres se convirtieron al cristianismo y la familia tuvo que mudarse de ciudad. “Mis padres me contaron poco a poco sobre el cristianismo. Nuestra familia está compuesta por musulmanes estrictos, por lo que era peligroso decirlo todo de una vez”, explica ella.
Lo que los padres de Layla temían sucedió, y solo la sospecha es suficiente para que extremistas maten a cristianos como ellos en defensa del honor de la familia. Todos esos dilemas eran lejanos para Layla, quien solo sabía que pertenecía a una familia diferente.
En la nueva ciudad, la discriminación y el acoso se intensificaron. Tanto los alumnos como los profesores avergonzaban a la niña cristiana por no seguir las costumbres islámicas. Los abusos despertaron preguntas sobre el cristianismo y la identidad de la joven. “Me sentía desplazada y rechazada, sin saber en qué creer”, cuenta la cristiana.
En busca de comunión
La joven cayó en una depresión severa, al punto de intentar quitarse la vida. Fue en ese momento que socios locales de Puertas Abiertas encontraron a Layla y su familia. Los padres comenzaron a ser discipulados y aprendieron una manera adecuada para explicar la fe cristiana a su hija y ayudarla.
Layla asistió a un campamento de niños cristianos secretos donde conoció a otros niños como ella y aprendió más sobre Jesús. “Mis ojos se abrieron a la verdad. Comencé a creer en las palabras de Jesús”, relata la adolescente.
Después del campamento, se unió a un grupo de discipulado. Gracias al grupo, Layla también aprendió a tocar el piano y ahora toca algunas canciones en la pequeña iglesia doméstica de la que participa con sus padres. “Finalmente encontré la comunidad a la que pertenezco. Jesús entró en mi vida cuando estaba sin esperanza y perdida. Él marcó toda la diferencia”, dijo Layla.
Especial kids: Semillas de Esperanza
El acoso escolar es un desafío para muchos niños cristianos perseguidos como Layla. Es en la palabra de Dios donde encuentran la fuerza para superar las agresiones físicas y verbales. Descarga las actividades para niños de uno a doce años en la página de niños de Puertas Abiertas y junto con los pequeños descubre las semillas de esperanza que bendicen a la Iglesia Perseguida y los bendecirán a ustedes también.
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