Golpe de Estado en Myanmar: los cristianos no dejan de orar en medio de la guerra

Para sobrevivir, varios cristianos se arriesgan a volver a vivir en zonas de conflicto

Puertas Abiertas • 4 feb. 2023


A pesar de todas las dificultades causadas por la guerra, los cristianos de Myanmar no pierden la esperanza

A pesar de todas las dificultades causadas por la guerra, los cristianos de Myanmar no pierden la esperanza

La guerra entre el ejército y los grupos de las Fuerzas de Defensa Popular (FDP) ha hecho extremadamente difícil la vida de los civiles en Myanmar. Los cristianos del país sufren aún más debido a la discriminación preexistente y al continuo sentimiento anticristiano. Varias familias cristianas que viven en pueblos situados en zonas de guerra han intentado trasladarse a lugares más pacíficos. Sin embargo, han acabado volviendo a su pueblo y viviendo en el mismo entorno inseguro que antes debido a los numerosos problemas encontrados en la nueva ubicación.

Los socios de Puertas Abiertas conocieron y ayudaron a Esther, una cristiana de 30 años, madre de un hijo de cinco. Es una de las cristianas que decidió volver a vivir con su familia en una zona donde los bombardeos y los incendios son frecuentes. "Tenemos una casa en nuestro pueblo, pero teníamos miedo de los bombardeos. Mi esposo y yo huimos con nuestro hijo a un pueblo más seguro. Nuestros padres emigraron allí unos meses antes, así que pensamos en instalarnos cerca de ellos", nos cuenta.

Ella compartió más: “Sin embargo, en el nuevo pueblo, nuestra vida se volvió muy difícil. No teníamos trabajo, ni forma de conseguir una comida básica para nuestra familia. Todos los días, mi esposo salía a buscar trabajo por un salario diario. A veces lo encontraba, a veces volvía a casa con las manos vacías. Cuando ganaba, lo máximo que podía traer era poco más de un dólar, que ni siquiera era suficiente para conseguir una comida decente para el día, ya que todo se volvió más caro debido a la guerra. Intentamos quedarnos allí un tiempo, pero tenemos un hijo que cuidar y los ingresos no bastarían para cubrir las necesidades de la familia. Así que decidimos volver a casa".

De vuelta al mismo lugar



Esther regresó con su esposo y su hijo al antiguo pueblo, a pesar de estar en plena zona de conflicto (imagen representativa)

Esther explica: "Volvimos para vivir con otras familias que, como nosotros, no podían establecerse en otro lugar. Construimos refugios antiaéreos para protegernos e intentamos salir de casa lo menos posible. Incluso hoy, la amenaza de atentados es inminente, pero al menos ganamos lo suficiente para alimentarnos. Mi esposo tiene más oportunidades de trabajo en nuestro pueblo. Le pagan tres veces más por el mismo tipo de trabajo que hacía en el lugar al que huimos. También trabajo para contribuir a los gastos del hogar dando clases a niños pequeños”. Aunque muchas familias no pueden permitirse pagar las clases, Esther conoce las dificultades económicas de la gente y enseña a los niños de todos modos.

"Ahora que estamos de nuevo en la zona de guerra, sabemos que podemos sobrevivir o morir en los bombardeos. Pero no hemos dejado de pedir protección al Señor. Sé que estamos más seguros cuando conocemos al Señor y podemos pedir protección en cualquier momento. Él es misericordioso y nos ha preservado hasta ahora", afirma. Pero sigue habiendo muchos retos. Esther cuenta que cada vez que su hijo oye el ruido de bombas y disparos, corre hacia ella en busca de protección. "¡A veces me siento tan inútil! Hace poco hubo una explosión cerca de mi casa. No afectó a nuestra casa, pero entonces vi a mi hijo durmiendo profundamente en la cama. No pude evitar llorar en voz baja, pensando en lo que podría haber pasado si esa bomba hubiera caído en mi casa".

Además, Esther abre su corazón contando cómo deseaba tener otro bebé, pero debido a la situación necesitan estar alerta. Debían estar preparados para huir a un lugar seguro en cualquier momento, así que sacó al bebé de los planes por un tiempo.

Confianza en el plan de Dios



Puertas Abiertas ha donado a la familia unos cerdos para ayudar con los ingresos

Esther compartió además: "Nunca he hablado de ello, pero a veces cuestiono a Dios sobre esta situación. Pero sé que tiene planes. Creo que nos ha hecho más humildes y dependientes de él en medio de todo.”

Esther también habla del encuentro con los socios de Puertas Abiertas: "Estoy muy agradecida a Dios y a los socios de Puertas Abiertas. El año pasado no teníamos comida y nos dieron cestas de alimentos. También nos ayudaron a sobrevivir regalándonos diez lechones para criar, vender y obtener ingresos.”

Sin embargo, dice que quedó desolada cuando siete lechones murieron a causa del humo del bombardeo cerca de donde viven. Cuando eso ocurrió, todas sus esperanzas se desvanecieron. Llegó a estar muy deprimida. "Mi madre vino a animarme. Trajo sobres de azúcar y latas de leche. Lloré como una niña en sus brazos", dijo.

Ahora, con sólo tres cerdos, intenta ayudarles a sobrevivir, lo que es muy difícil, ya que a veces ni siquiera hay comida suficiente para ellos. Comparte su preocupación: " Oren por nosotros mientras atravesamos diferentes tipos de dificultades. Cuando la FDP ataca al ejército, el ejército contraataca. En todos los incendios y bombardeos, los civiles salimos muy perjudicados. Hace poco, en uno de los atentados, una persona que vive cerca de mi casa perdió un brazo", explica.

Los cristianos de Myanmar, como Esther, siguen enfrentándose a circunstancias muy difíciles en medio de la guerra. Sin embargo, siguen aferrados a su fe y no dejan de orar. Los socios de Puertas Abiertas se reúnen con ellos, los animan y apoyan mediante ayuda práctica y asistencia postraumática.

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