Puertas Abiertas • 2 jul. 2023
Mary, una joven cristiana de 20 años, fue secuestrada por radicales islámicos y mantenida cautiva durante 54 días (foto representativa)
Mary*, de 20 años, estaba en la iglesia cuando militantes fulani la atacaron. En su pueblo, en el noroeste de Nigeria, siempre existe la amenaza de ataques de militantes islámicos. Sin embargo, esto no prepara a la comunidad para la realidad de la experiencia de ser atacada. "Estábamos en el culto del domingo cuando oímos los disparos. Todo el mundo empezó a correr. Nos atacaron porque adoramos a Jesús y nos quieren fuera de aquí. Y son sólo uno de los muchos grupos que atacan a los cristianos en toda África", recordó.
En medio del caos, los atacantes mataron a varias personas, entre ellas a uno de los tíos de Mary. Ella huía cuando oyó que su hermana la llamaba. "No sabía si volver a por ella o seguir corriendo", dijo. Mary optó por volver, pero uno de los militantes la detuvo. Tanto Mary como otras tres mujeres se vieron obligadas a ir con él. "Dijo que si no íbamos con ellos, nos matarían. Nos golpeaban mientras caminábamos". Pero Dios no abandonó a Mary. En esa situación tan desesperada, ella sintió su presencia: "Dios me dio fuerza y valor", relató.
Mientras se las llevaban, los militantes se burlaban de las mujeres diciéndoles que su Dios no estaba vivo y no podía hacer nada para ayudarlas. Pero la fe de Mary se mantuvo firme. Las mujeres caminaron por el bosque durante muchas horas. Por la mañana, uno de los líderes del grupo llamó a Mary. Sabía que había algo diferente en ella con respecto a las otras mujeres - y quizás con respecto a otras que también habían estado en la misma situación. “Él vio que yo no les tenía miedo. Era valiente y mi forma de hablar era diferente a la de las mujeres que estaban conmigo. Le dije que eso era Dios en mi vida", explicó. Sus palabras enfurecieron al líder. "Me dijo que si no me callaba, me mataría".
Las mujeres permanecieron cautivas 54 días. A Mary la obligaron a cocinar para los militantes fulani. Pero la comida que les daban a las mujeres era la misma que la de los animales. Durante ese tiempo, sufrieron repetidos actos de violencia sexual a manos de los secuestradores.
Diferentes formas de trauma
Además de violencia física y sexual, a menudo se exige el pago de rescates por las mujeres cristianas nigerianas secuestradas por militantes islámicos (foto representativa).
Esas mujeres no fueron secuestradas sólo para perturbar a la comunidad cristiana. Los militantes también querían dinero. Pidieron un rescate para liberar a las mujeres, pero era una suma muy elevada que los aldeanos no podían costear. Se trata de una táctica utilizada para desestabilizar a las comunidades cristianas y destruir el futuro de jóvenes como Mary. Si se paga un rescate, no hay más dinero disponible para los estudios, y esto limita realmente las opciones de las jóvenes nigerianas. Empobrecida y sin esperanzas de futuro, puede ser difícil para una joven permanecer firme en su fe.
Mary sabía que su familia esperaba su regreso y rogó a los líderes fulani que redujeran la cantidad. "Supliqué porque no teníamos la cantidad exigida. Pero él dijo que debíamos pagar la cantidad exacta. Si no lo hacíamos, nos matarían".
Un día, uno de los militantes se sentó junto a Mary. Ella se sintió movida a preguntarle: "¿De verdad no sabes que lo que estás haciendo está mal?". Al parecer, nadie le había hecho nunca esa pregunta. "Me dijo que sí, que sabía que estaba mal, pero que no tenía forma de impedirlo. Entonces le dije que había una forma de detenerlo. Si entregaba su vida a Jesús, lo perdonaría y podría dejar de hacer todo lo malo que estaba haciendo".
La valentía de Mary fue impresionante. Compartió el Evangelio con dos militantes fulani. Incluso ante el peligro extremo, quiso contar a los demás las buenas nuevas del Evangelio. Por desgracia, no se mostraron nada receptivos, pero Mary permaneció fiel en la oración. "Seguía orando para que Dios nos salvara de aquel lugar, después de todo, no teníamos a nadie que nos salvara. Sólo el poder y la gracia de Dios podían sacarnos de allí".
Entonces la oración de Mary fue escuchada. Todas las mujeres fueron liberadas. "¡Dios lo hizo de verdad! Estoy tan feliz de que me salvara y me trajera de vuelta a casa". De algún modo, la familia de Mary consiguió el dinero para el rescate, aunque tuvieron que pedir prestado mucho más de lo que realmente podían pagar.
En busca de su verdadera identidad
Mary encontró paz al recibir atención postraumática incluso ante los muchos traumas que le quedaron después de su secuestro (foto representativa)
En su cultura de vergüenza y honor, es devastador encontrarse en esa situación, y los padres de Mary abandonaron la zona por este motivo. Esta fue una de las razones por las que el sufrimiento de Mary continuó tras regresar a casa. Y, como era de esperar, el trauma de sus experiencias siguió afectándola. "El dolor no ha terminado. Sigo pensando en ello. Todas las noches sueño con lo que me pasó en aquel lugar. No tengo paz en mi mente. Me río sólo por fuera, pero no profundamente, en mi corazón. Mi comportamiento ha cambiado totalmente. No puedo dormir ni estar rodeada de gente. El dolor no tiene fin".
Socios locales de Puertas Abiertas ofrecieron ayuda en el Centro Shalom para el cuidado postraumático. Mary pasó tiempo con consejeros, que la ayudaron a entender sus traumas y cómo responder a ellos bíblicamente. La joven comprendió su verdadera identidad como hija amada de Dios.
A menudo, las niñas y mujeres víctimas de violencia sexual sufren traumas al regresar a sus comunidades, ya que se las considera "sin honor" y se las estigmatiza por lo que han vivido. Esta es otra de las tácticas que utilizan los militantes para dañar a las comunidades cristianas, dejando un largo legado de destrucción. Pero la atención postraumática que ofrecen los socios de Puertas Abiertas es una de las formas en que los cristianos valientes luchan.
"Vine aquí en busca de sanidad. Y en cuanto llegué, aprendí algo. Cuando volví a casa, comencé a hablar con personas de confianza si lo necesitaba. Eso me ayudó mucho", dijo. Y añadió: "Nunca volveré a ser la misma, pero siento que soy normal dentro de lo posible. No tengo palabras para agradecer a Dios la paz que ha traído a mi vida. Aprecio mucho a las personas que Dios utiliza". Los socios de Puertas Abiertas ofrecieron a Mary y su familia ayuda de emergencia para cubrir sus necesidades.
Lamentablemente, Mary falleció debido a complicaciones tras una intervención quirúrgica. A pesar de ello, la joven y su familia querían que su historia se conociera.
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