Puertas Abiertas • 8 ago. 2022
Los cristianos sufren una gran presión en Afganistán bajo el régimen talibán
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, confirmó el lunes 1 de agosto que Ayman al-Zawahiri, sucesor de Bin Laden en Al Qaeda, murió en la capital de Afganistán, Kabul, por un avión no tripulado estadounidense. Ayman era egipcio, tenía 71 años, era uno de los hombres más buscados del mundo y llevaba diez años desaparecido. La tecnología del misil estadounidense Hellfire permitió el ataque preciso, sin explosiones, alcanzando sólo al líder, sin otras víctimas y sin presencia militar estadounidense en el territorio.
Ayman fue una parte importante de los atentados de septiembre de 2001 en Estados Unidos, era el médico privado de Bin Laden y la mano derecha del fundador. Se hizo cargo de Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden en 2011 en una operación encubierta de Estados Unidos en Pakistán. Ayman heredó el grupo debilitado e intentó una "reconstrucción silenciosa", pero además de la ausencia de Bin Laden, la Primavera Árabe aumentó la inestabilidad de este proceso.
A pesar de este contexto, Ayman consiguió fortalecer el grupo, reunir afiliados de diversas partes del mundo y organizar atentados puntuales, manteniendo el ideal de la yihad, la guerra contra las influencias occidentales, entre las que se encuentra el cristianismo. Otros grupos yihadistas, como los talibanes y el Estado Islámico, también siguen activos en la lucha contra la cultura occidental.
Según el portal de noticias Uol, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, declaró el lunes que al "albergar y proteger" a Ayman, los talibanes "violaron gravemente el acuerdo de Doha", que preveía la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán. En virtud de ese acuerdo, los talibanes prometieron no volver a dar cobijo a los yihadistas, pero, según los analistas, el grupo nunca rompió sus vínculos con Al Qaeda.
Teniendo en cuenta que hace casi un año Afganistán fue tomado por los talibanes, tras la retirada de las tropas estadounidenses, existe la inseguridad de que la muerte de Ayman provoque también nuevos conflictos con los extremistas, afectando profundamente a la vida de los cristianos perseguidos.
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