Cristiano aprende a amar a perseguidores en Yemen

Esta es la historia de Musa*, cristiano de 29 años, que como otros cristianos en Yemen, corre peligro por haber decidido abandonar el Islam para seguir a Jesús.

Hoy vive en otra ciudad, pero el miedo a ser descubierto y condenado permanece. "Me llamo Musa. Vivo en Yemen y sigo a Jesús desde hace ocho años. Esto puede parecer extraño teniendo en cuenta que casi todo el mundo a mi alrededor es musulmán. Para mí, la razón principal para convertirme en seguidor de Jesús fue ver las bendiciones en la vida de mi hermano. Él se convirtió en seguidor de Jesús antes que yo, y observando su vida, empecé a preguntarme quién era Jesús realmente", dice el cristiano.

"Cuanto más investigaba, más me convencía de que él era el camino, la verdad y la vida. Al mismo tiempo, mis amigos musulmanes me decían que no debía seguir a Jesús. Según ellos, los cristianos son kafir, incrédulos que corrompen la verdadera fe. Pero en 2015, tuve la oportunidad de conocer a otro cristiano yemení que me enseñó mucho", continúa Musa.

Disfrutando del poder de la palabra de Dios

Fue viviendo con el cristiano cuando Musa se dio cuenta de los cambios que se habían producido en su interior. "Me di cuenta de que el conocimiento de Cristo estaba en lo más profundo de su corazón [el del otro cristiano yemení]. Él también oía los mismos insultos que yo: que era un kafir, que le esperaba el fuego [el infierno]. Aun así, siguió creyendo en Cristo. Su fe crecía cada día. Pude verlo con mis propios ojos", dijo Musa.

La curiosidad por la Biblia también acercó a Musa al cristianismo. "Cuando empecé [a leer la Biblia], no podía parar. Quería más, más y más. Por primera vez en mi vida empecé a comprender el verdadero significado del amor y el perdón. Aprendí lo que realmente enseña la Biblia y quién era Jesús en realidad. El Evangelio se convirtió en una realidad viva para mí", añade el cristiano.

En 2023, Musa asistió a una conferencia en Yemen, donde fue detenido junto con otros participantes. "Estuve encarcelado cerca de siete semanas. Durante horas, nos obligaban a levantar objetos pesados, de 60 a 70 kg, hasta que sentí que iba a colapsar", relata. La persecución también afectó a la salud mental del cristiano.

"Oré y oré durante semanas. Mis pensamientos se centraban a menudo en otras personas, especialmente en mi esposa, que estaba embarazada en aquel momento. En un momento dado, fue tan duro que pensé que nunca saldría con vida. No me sentía un héroe, estaba asustado, aterrorizado la mayor parte del tiempo".

Lo que más necesita Yemen

Lo que ayudó a Musa en sus horas más oscuras fue recordar las palabras de Jesús: "En este mundo tendrán aflicciones, pero ¡ánimo! Yo he vencido al mundo". El Salmo 23 también dio mucha fuerza al cristiano. Cuando lo golpeaban o lo metían en celdas diminutas, pensaba en estos pasajes.

"Nuestro Dios estaba allí. Siempre estuvo. No siempre me daba cuenta y a veces mis pensamientos se alejaban. Pero estaba ahí. Los momentos en los que disfruté de su amor fueron más preciosos. Esos recuerdos me llenaron de amor por mis perseguidores. Ellos también habían sido creados por Dios. Esa fue una de las lecciones que aprendí en la cárcel", dice Musa.

En esos momentos, Musa se sintió agradecido por haber memorizado la palabra de Dios antes de ser detenido. Los pasajes estaban guardados con seguridad en su corazón, nadie podía llevárselos. Durante el traslado a otra prisión, consiguió escapar.

"Ahora soy un hombre libre, pero la gente que se entera de que sigo a Jesús me amenaza de muerte. Vivo en otra ciudad, pero las amenazas persisten. Aquí no tengo seguridad, nunca. Quizá la vida sea mejor en Europa o en Estados Unidos, pero yo soy cristiano en Yemen. Creo en Cristo y en su palabra. Esto significa que la vida no termina aquí y que hay una vida que nunca terminará. Esto me da valor para seguir adelante. Con la fuerza del Señor, me levantaré y daré testimonio de que Jesús es mi Salvador. Más que nada, esta es la verdad que mi país necesita".

*Nombres cambiados por seguridad.

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