Puertas Abiertas • 24 sep. 2022
Desde su infancia, Fady encontró seguridad física, emocional y espiritual en la iglesia de su ciudad, Bagdad.
Los recuerdos de las guerras son habituales para Fady, que sólo tenía 11 años cuando comenzó la guerra de Irak en 2003. Fue testigo de la invasión del Estado Islámico y de la destrucción del territorio. "Vi cadáveres en la calle en varias ocasiones. En el momento crítico de la guerra, presencié más de 15 explosiones diarias", comparte el cristiano.
Sin embargo, siempre encontró refugio en una iglesia local de Bagdad. En una ocasión, el cristiano se libró de convertirse en mártir. "Un automóvil que estaba enfrente de nuestra iglesia empezó a arder de repente. Cuando la policía investigó el coche, encontró una bomba que estaba destinada a la iglesia. Afortunadamente, lograron desactivarla antes de que explotara", dijo el testigo.
Mantenerse firme en la fe
El cristiano iraquí siguió asistiendo a la iglesia y vio que otros buscaban consuelo entre los hermanos en la fe. "La iglesia es donde me siento más seguro. Cuando entro en ella siento que estoy más cerca de Dios. Siento paz, amor y seguridad. Para mí, la vida perdería sentido sin la iglesia", explica.
Fady reconoce que muchas cosas en el país están cambiando, pero asegura que todavía hay hostilidad hacia las personas que se atreven a seguir a Jesús. "La persecución y la discriminación continuan siendo un gran factor de presión en la vida cotidiana de los cristianos de Bagdad. Por ejemplo, para que las mujeres puedan salir de casa, deben cubrir sus rostros como manda el Islam", añade el cristiano.
Pero Fady se niega a abandonar su país: "Como cristianos, somos la sal de la tierra. Aquí tenemos un cristianismo antiguo. Nuestra presencia en este país es importante”. Por eso, el cristiano se prepara participando en un curso de asesoramiento sobre traumas para apoyar a otros seguidores de Jesús que como él, sufren las consecuencias de la guerra y la presión.
Fady ha sido curado por Dios y anhela la restauración de Irak. "Esperamos, deseamos y oramos para que este país se levante de nuevo. Bagdad quiere curarse y necesita superar el pasado", concluye.
Como Fady, otros cristianos iraquíes han sido heridos emocionalmente por la guerra y hoy necesitan cura emocional y espiritual. Nuestros hermanos cuentan con el apoyo de socios generosos como tú. Dona y permite que los cristianos perseguidos asistan a cursos, conferencias y retiros para tratar sus traumas.
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