El precio de seguir a Cristo en Irán

Conoce a Ali y Zahra, una pareja de cristianos iraníes que se enfrentó a la persecución, el encarcelamiento y el exilio por amor a Cristo.

Puertas Abiertas • 28 ago. 2022


Ali y Zahra fueron detenidos por formar parte de un ministerio secreto de iglesias en casas en Irán

Ali y Zahra fueron detenidos por formar parte de un ministerio secreto de iglesias en casas en Irán

Alí y Zahra no crecieron como cristianos; como la mayoría de los iraníes, procedían de una familia musulmana. De diferentes maneras, Jesús se presentó a la pareja, y estos decidieron seguirle, aunque la decisión nunca fue fácil de tomar pues las consecuencias de vivir una fe cristiana en Irán son asustadoras.

"En Irán, cuando alguien se convierte en cristiano, inmediatamente es rechazado y excluido por su propia familia. Cuando me convertí, me dije: Mi familia, mi país, lo dejo todo. Fue un gran paso, ya que todo el mundo estaba en mi contra", recuerda Ali.

Cuando la fe de la familia se hizo pública, empezaron a vivir momentos de tensión. Ali perdió su trabajo y la familia se quedó sin privilegios sociales. Pero incluso cuando todos los abandonaron, su amor por Jesús sólo creció. Se unieron al equipo ministerial de una red de iglesias secretas, entusiasmados por estar con otros cristianos. Y por ello, fueron detenidos.

El Ejército de los Guardianes de la Revolución Islámica es un brazo del ejército iraní que deja claro que hay que cumplir la ley islámica. Zahra estaba en una reunión de la iglesia cuando los miembros de los Guardianes la encontraron.

"Los vimos venir hacia la casa. Intentamos ocultar la información que teníamos y no abrimos la puerta. Entonces los vimos entrar por la ventana. Al entrar a la casa, nos detuvieron, nos vendaron los ojos y nos colocaron en carros. Después, nos enviaron a diferentes cuartos y empezaron a interrogarnos", recuerda Zahra.

Los militares llamaron a Ali y le dijeron que su esposa había sufrido un accidente y que tenía que ir urgente al hospital. Al colgar la llamada, el cristiano llamó a un amigo que trabajaba en el hospital y este le aseguró que Zahra no estaba allí. Ali fue al hospital sabiendo que se encontraría con las autoridades.

"En el camino al hospital, borré los contactos de mi teléfono móvil para mantener a salvo la identidad de otros cristianos. Cuando llegué, los agentes me esposaron, me vendaron los ojos y me colocaron en un carro. Zahra también estaba allí. Llegamos a un lugar desconocido en el que me dejaron en una celda sin luz, sin cama ni cobijas".

La realidad de la prisión

La pareja permaneció en celdas separadas y soportó días de interrogatorio. "Me mantuvieron sola en una pequeña habitación sin luz ni ventanas. Siempre al final del día, me interrogaban. No respondía ni a una sola pregunta", recuerda Zahra. Su esposo sufrió un trato similar. "Hicieron preguntas sobre otros cristianos. El objetivo era identificar iglesias secretas, ellos sabían que éramos cristianos activos en el ministerio y que conocíamos a otros cristianos. Querían infiltrarse en las iglesias".

Para Ali, los abusos no eran sólo verbales o psicológicos. "Durante los interrogatorios, me golpearon repetidas veces. Mi interrogador me preguntó: ‘¿Quién es tu pastor? Y si dices Jesús, te haré sufrir más’. Le dije: ‘No tengo ningún pastor’ y me dio un puñetazo en el hombro y luego me sentaron en una silla y me ataron las dos manos en ella. Enseguida me preguntó: ‘¿Sabes dónde estás sentado?’ y Le dije: No lo sé, tengo los ojos vendados. Dijo: ‘Estás en una silla eléctrica’”

Aunque en algún momento Ali y Zahra fueron liberados, la situación no se hizo más fácil. Estar fuera de la cárcel no mejoró sus vidas, ni mucho menos. Y ese parecía ser el plan de las autoridades iraníes. "Cuando salí de la cárcel, me despidieron del trabajo. A mis hijos no se les permitió ir a la escuela y cada vez que salíamos de casa, existía la posibilidad de no regresar", dijo Ali.

La pareja soportó un acoso constante durante dos años después de su detención. Sabían que en cualquier momento podían ser llevados de nuevo a la cárcel, sin saber si serían liberados. "Las autoridades decían que sería mejor que nos fuéramos del país", explica Zahra.  

Así que la familia tomó la difícil decisión de abandonar Irán. "Es realmente doloroso dejar nuestro país así. Si hubiera otra forma, ahora estaríamos en Irán. Fuimos rechazados y privados de todo. Pero teníamos dos opciones: quedarnos y sufrir, especialmente nuestros hijos, o irnos y conseguir una relativa paz", dijo Ali.

Ayuda a los cristianos en prisión

Los cristianos encarcelados por amor a Jesús necesitan saber que no han sido olvidados. Hay muchas formas prácticas de hacerlo, como enviarles comida y proporcionar atención pastoral. Bendice a los que están encarcelados por amor a Cristo. Con una donación apoyas y la defensa de los cristianos encarcelados en países donde existe persecución.

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