DIP: Un rastro de destrucción

Marcus Abana es pastor en una ciudad del estado de Adamawa, en el noreste de Nigeria. Esta comunidad cristiana ha sufrido ataques devastadores por parte del grupo extremista Boko Haram, en los que se han quemado iglesias, se han saqueado pueblos y se ha asesinado a hombres y mujeres inocentes. Antes de los ataques de Boko Haram, vivían en paz. Pero en el 2014 se escucharon rumores de que el grupo islamista estaba cerca.

Cuando llegaron a la ciudad, muchos huyeron, dejando los pueblos vacíos y las iglesias sin servicios. Además, Boko Haram quemó todas las iglesias de la zona, aunque no destruyó ninguna mezquita. Después de muchos meses, el grupo abandonó la ciudad. Fue entonces cuando el pastor Marcus decidió regresar. "Éramos pocos. Algunos vinieron de madrugada para poder entrar a sus casas sin ser vistos".

Tras el ataque de Boko Haram, todo el mundo estaba muy asustado y traumatizado. "Cuando volvimos, algunas de las iglesias tenían sangre en las paredes. Cualquiera que se enterara de ello no volvería más a la iglesia". La gente comenzó a pensar que ir a la iglesia significaba ser atacados.

Decepción con Dios

Esto ha hecho que la vida espiritual de muchos se debilite. "Cuando se camina con el Señor y suceden estas cosas hay una gran decepción, miedo y pérdida de confianza y esperanza. Sinceramente, en ese momento, mi vida espiritual también se debilitó. Tenía tanto miedo que mi fe se estremeció".

Sin embargo, la palabra de Dios le seguía recordando al pastor que nadie que ponga su confianza en Dios será abandonado. En ese momento, fue trasladado a la región más peligrosa, cerca de donde acampaba Boko Haram. "Empecé visitando a los miembros de la iglesia en sus casas, pero aun así solo cuatro miembros aceptaron volver. Y así es como empezamos a realizar servicios de nuevo, hasta que los miembros finalmente vinieron en mayor número".

En cuanto la gente empezó a volver a la iglesia, Puertas Abiertas organizó un seminario post-trauma. Los pastores y los miembros recibieron ánimo y enseñanzas. Muchos también recibieron alimentos, al fin y al cabo nadie tenía reservas de comida ni apoyo financiero. "Ustedes continuaron animándonos y capacitandonos. Gracias a ello, muchos se sintieron animados y fortalecidos para mantenerse firmes y volver a sus iglesias" Hoy en día, la iglesia está llena y la mayor fuente de esperanza ha venido del entrenamiento que recibieron a través de las enseñanzas impartidas por nuestros colaboradores locales.

DIP 2022

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