Cristianas son mantenidas en prisión domiciliaria durante seis años

Anisha, de 26 años, y Anita, de 23, son hermanas de un distrito remoto de Nepal. Pertenecen a la casta brahmán, que es considerada la más alta en el país. Cuando aceptaron al Señor, estaban en 11° y 10° grado, respectivamente. Entonces comenzaron a asistir a la iglesia y a reuniones en casas con regularidad, donde aprendieron muchos versículos bíblicos y sobre la persecución. El 6 de diciembre de 2017, fueron bautizadas.

Sin embargo, mantuvieron su conversión en secreto para sus padres y hermanos, lo que no duró mucho. Cuando se negaron a participar en el mayor festival hindú, su familia descubrió su fe. “Como tenemos un largo feriado por el festival, fuimos a casa. Muchos parientes estaban allí. Nos pusimos nerviosas porque no sabíamos cómo revelar nuestra fe. Entonces leímos la Biblia y oramos en secreto, pero nuestro hermano mayor nos sorprendió orando. Mostrando la Biblia, dijo furioso: ‘¿Este es su Dios?’. Rasgó la Biblia y la arrojó al fuego. Luego nos agarró por el cuello y nos lanzó al suelo”, cuenta Anita. 

Después del festival, volvieron a la casa alquilada donde vivían por estar más cerca de la escuela y continuaron sus estudios. También asistían a los cultos con regularidad. Varias veces, su padre y su hermano las perseguían física y mentalmente. Después de ser boicoteadas económicamente, su madre, a pesar de grandes dificultades, las apoyó hasta que terminaron sus estudios. 

Firmes en la fe

Hoy, Anisha puede leer la Biblia, pero durante el período de prisión domiciliaria, su hermano mayor rasgó y quemó todas las Biblias que ella y su hermana recibieron

Anisha comparte: “Después de completar nuestros estudios, nuestro hermano vino y nos llevó a la fuerza a casa, donde nos mantuvo bajo prisión domiciliaria durante seis años, de 2018 a 2023. Durante esos años, nos torturaron física, mental y verbalmente, y no nos permitieron ir a la iglesia ni encontrarnos con otros cristianos. Los miembros de nuestra iglesia no pudieron contactarnos por miedo a nuestro padre y hermano. En ese momento, no teníamos celular y estábamos bajo vigilancia las 24 horas del día, los siete días de la semana”. 

Eran obligadas a hacer todas las tareas domésticas, incluso trabajar en el campo. “Intentaron reprimir nuestra fe agrediéndonos de todas las formas posibles. Teníamos pequeñas Biblias que nos habían dado los cristianos. Las escondimos, pero nuestro hermano revisó cada rincón de la habitación. Cuando las encontró, las rasgó y quemó. Nos quedamos sin ninguna Biblia”, relata la joven cristiana. 

A pesar de toda la persecución, se mantuvieron firmes en la fe y continuaron orando. Como respuesta, Dios envió a Subash (seudónimo), un hermano de su iglesia, a su casa. Afortunadamente, su padre y su hermano no estaban en casa, por lo que pudieron compartir la situación que enfrentaban. Luego, él compartió sobre ellas con socios locales de Puertas Abiertas, quienes las ayudaron. Unos días después de su encuentro con Subash, Anisha salió de su casa y se fue a un lugar alquilado con la ayuda de los socios locales de Puertas Abiertas. Anita también se trasladó allí dos meses después. Anisha dijo: “Aunque es difícil, nunca comprometimos nuestra fe. Estamos listas para morir, pero nunca negaremos nuestra fe. Siempre recordamos las promesas de Dios, que nos fortalecieron y nos animaron a mantenernos firmes durante esos seis años de sufrimiento físico, mental y verbal. Sentimos que Dios está con nosotras y nunca nos abandona. Por eso nos mantuvimos firmes en nuestra fe”. 

Ayuda para cristianos víctimas de violencia

Puertas Abiertas ofrece apoyo práctico y espiritual a los cristianos en el sur de Asia que son víctimas de presión y violencia. Una donación garantiza ayuda de emergencia para los seguidores de Jesús en la región afectados por la persecución violenta.