¿Cómo seguir a Jesús después de un ataque a tu iglesia?

En enero de 2023, las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF, por sus siglas en inglés) detonaron un explosivo en la iglesia 8ª CEPAC de la provincia de Kivu Norte, en la República Democrática del Congo. La explosión mató al menos a 17 personas e hirió gravemente a unas 70. Neema* estaba en la iglesia ese día. Sobrevivió a la explosión, pero su hijo menor murió y el mayor resultó herido. A pesar del dolor, Neema testifica: "No podemos dejar la obra de Dios por nuestras heridas".

El domingo 15 de enero de 2023, cerca de mil cristianos se reunieron en la 8ª CEPAC para dar gracias por los resultados de una campaña de evangelización de una semana de duración. Un total de 62 personas fueron bautizadas. Neema y sus hijos, David, de cuatro años, y Danny, de ocho, estaban allí, como cada domingo. Hacia las 11 de la mañana empezó a lloviznar, y Neema fue con David a sentarse en una carpa no muy lejos del escenario principal. Los niños acababan de terminar de cantar. “Cuando Danny terminó de cantar, entró a la carpa. David dormitaba en mi regazo y yo le daba el pecho. Entonces oímos un ruido fuerte. Pensé que el predicador se había caído”.

Pero no fue eso lo que ocurrió. “Fue una bomba que se colocó como trampa y mató a varias personas”, dijo. El artefacto explosivo improvisado mató a 17 personas. “No sé cuándo David me soltó la mano ni adónde fue. Tampoco sabía dónde estaba Danny", dice. Las escenas también permanecen en la memoria del reverendo Kambale. “Había partes de personas esparcidas sobre el metal. Hubo una destrucción masiva de ventanas, carpas y sillas. Empezamos la mañana con gran alegría, pero la terminamos con alarma y llanto", explica.

Los heridos fueron trasladados a hospitales de Beni, a unos 75 kilómetros de Lubiriha, sólo tres meses después de que las ADF atacaran una escuela de la ciudad.  En el ataque a la iglesia 8ª CEPAC, algunos perdieron miembros inferiores, otros tenían heridas en las piernas, los brazos y los ojos. Neema resultó gravemente herida, con contusiones en ambas piernas y en el resto del cuerpo, por lo que fue trasladada al hospital. “En Beni no sabía que había muerto gente. No sabía que mi hijo había muerto. Cuando hablé con mi marido, me dijo que David estaba bien, pero era sólo para distraerme", recuerda.

Tres semanas después del atentado, Neema volvió a casa ansiosa por ver a su familia. Aún no sabía que David había muerto. La casa estaba llena de miembros de la iglesia, dispuestos a recibirla y consolarla. Pero la noche estaba llena de confusión y preguntas. “Me preguntaba qué estaba pasando. Pregunté a todo el mundo: ¿Dónde está mi hijo? ¿Está detrás de mi suegra? Incluso le pregunté a mi marido: ¿Por qué no está aquí si tú sabías que volveríamos de Beni?”.

Fue entonces cuando Neema se enteró de que su hijo menor, David, había muerto en la explosión. Después de eso, el dolor y el sufrimiento no hicieron más que aumentar. Su suegra, que sigue la religión local, estaba resentida con ella por haber llevado a sus hijos a la iglesia ese día. Culpaba a su nuera de la muerte de su nieto. Neema recuerda las dolorosas palabras de su suegra: “¿No te da vergüenza haber llevado a tus hijos a un atentado? Mataste a tu hijo al no salvarlo y ahora te preguntas dónde está”. Y añadió: “Metió a sus hijos en medio de un atentado. Quiero que mi hijo se deshaga de ella y le impida volver aquí. Ni siquiera sé por qué le dijo que volviera”. Incluso amenazó de muerte a Neema: “Si tuviera veneno, se lo daría”. “Lloré todo el día. Mi suegra también dijo que todos los presentes deberían haber muerto allí", cuenta Neema.

Descubre lo que le ocurrió al otro hijo de Neema la semana que viene.

África despierta

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