Puertas Abiertas • 7 mar. 2024
La familia también recibió mantas, esteras, utensilios de cocina y otros artículos del hogar.
En el sur de Laos, el fuerte golpe de los martillos sobre láminas de estaño y madera resonaron en el aire desde el amanecer hasta el anochecer. Todo esto, en favor de la viuda Souvannee* y sus cinco hijos. Este es el sonido de la compasión, resiliencia y libertad.
La familia de Souvannee ahora tiene un techo para vivir, gracias a la comunidad cristiana que llegó con herramientas y materiales de construcción después de un ataque que destruyó por completo la casa de la hermana.
Amenazas y expulsión
Después de casarse, Souvannee fue a vivir con su suegra. Hace dos años, la pareja y su familia aceptaron a Jesús en sus vidas y dejaron la religión familiar para seguir a Cristo. Aunque su suegra no aceptó a Jesús, las cosas parecían estar bien. Pero cuando Thong murió de una grave enfermedad, todo cambió.
La suegra de Souvannee empezó a actuar de manera diferente. La forma en que trataba a la cristiana y a sus hijos no era la misma. Incluso, le exigió que renunciara a Cristo, advirtiéndole: “Yo solo permitiré que te quedes en mi casa si renuncias a tu fe. ¡Si no lo haces, deberías salir de mi casa!"
Solo un par de semanas después de la muerte de Thong, la suegra de Souvannee la amenazó y obligó a la afligida viuda a abandonar su casa. Por miedo a que ella no pudiera mantener a todos sus hijos, Souvannee se quedó solo con dos. Sin más opciones, se mudaron temporalmente a una granja de arroz donde vivieron en una pequeña cabaña cubierta por un techo improvisado de carpa.
Sorprendidos por el cuerpo de Cristo
Fue entonces cuando Puertas Abiertas intervino. Después de enterarse de lo sucedido, uno de nuestros socios locales, junto a un pastor local, visitó a Souvannee y a sus hijos. Después de ver la necesidad de la viuda, le pidieron permiso al jefe de la aldea para construir una casa. Pronto Puertas Abiertas, a través de nuestros socios y contactos locales, compro los materiales de construcción necesarios para construir la casa. “Empezaron muy temprano por la mañana y terminaron todo ese mismo día por la tarde”, dijo Lounny, nuestro contacto en la región.
“¡Alabado sea el Señor, contruimos una casa sencilla con la ayuda de todos!” Lounny señala que el permiso del jefe de la aldea fue una respuesta a la oración. En Laos, especialmente en la región meridional donde la religión está muy vigilada por las autoridades locales, el cristianismo no es visto con agrado. “Normalmente, el jefe de la aldea es uno de los perseguidores de quienes creen en Jesús”, dice Lounny.
Para Souvannee, el nuevo hogar es una motivación para continuar firme en su fe, con libertad y sin miedo de cuidar de sus hijos por falta de un hogar. “Estoy muy agradecida por el apoyo de los hermanos. Siento que estoy segura, ahora podré ejercer mi fe dentro de mi sencillo hogar”. Compartió la cristiana.
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