Adolescente cristiana enfrenta bullying en Egipto

Julie* es una cristiana de 14 años que vive en los suburbios de El Cairo, Egipto. Vive con sus padres, Merna* y Sherif*, y sus hermanos gemelos de ocho años. Julie creció en una cultura predominantemente islámica, por lo que la persecución es uno de los principales recuerdos de su infancia. En Egipto, los cristianos enfrentan persecución y desigualdad social. Además, la cultura egipcia valora mucho más a los hijos varones que a las mujeres. Lamentablemente, los padres de Julie fueron víctimas de este pensamiento. Cuando ella nació, fue valorada, pero con la llegada de los gemelos, eso cambió.

“Cuando tenía cuatro años, mis hermanos aún no habían nacido. Mis padres me inscribieron en una buena escuela privada, aunque estaba muy lejos de casa. Había 35 alumnos por aula y yo era feliz allí, porque aprendía mucho. Pero eso no duró”, recuerda. Julie amaba a sus profesores, quienes la motivaban, y estaba llena de pasión y entusiasmo. Sin embargo, cuando tenía seis años, su madre tuvo a los gemelos y la atención de sus padres se centró en los recién nacidos.

Finalmente, tenían a los hijos varones que habían esperado por tanto tiempo. “Como niña pequeña, sentía orgullo y alegría al ayudar a cargar a mis hermanos. Pero, en el fondo, deseaba la atención que tenía antes”, cuenta. No obstante, la atención de sus padres sería el menor de los dolores de Julie. “Me volví invisible y sentía que era una carga. Debido a los recursos financieros limitados, mi padre me sacó de esa escuela cuando tenía 11 años. Me inscribieron en una escuela pública cercana, con aproximadamente 70 alumnos por aula. Los recursos eran escasos y las reglas se ignoraban. El bullying y el acoso eran prácticas comunes”, comparte.

La matrícula de las escuelas públicas en Egipto es aproximadamente el 10% del costo de las privadas. Además, el porcentaje de niños cristianos en la nueva escuela era cercano al 3%, y eran fácilmente identificables por sus compañeros y profesores musulmanes, principalmente debido a sus nombres cristianos y los tatuajes de cruces en las muñecas que llevan desde muy pequeños.

Cuando Julie llegó a la nueva escuela, perdió la esperanza. “Intenté adaptarme, pero me sentía sola. Sentí que no tenía ningún valor para mis padres ni para Dios. Era como si Él me hubiera abandonado”, explica. Por no ser musulmana, sufrió bullying de manera implacable. “Yo era la única cristiana en mi clase; todas las niñas usaban vestimenta islámica. La mayoría de los profesores eran extremistas que, aparentemente, odiaban a los cristianos. Mis compañeros me ridiculizaban. Me herían con miradas severas y acoso verbal. Un profesor me insultó frente a todos y me intimidó para que usara el velo. Por eso, me aislé, tratando de evitar problemas”, recuerda.

Un punto de inflexión

Julie sufrió humillación y discriminación constantes de parte de profesores y compañeros de clase. Muchas veces, amenazas físicas la paralizaban, sintiéndose atrapada por la vulnerabilidad y la ansiedad. Un miedo abrumador le impedía contarles a sus padres lo que ocurría, pues creía que nadie se preocupaba por ella. Hasta que su madre notó los cambios en su comportamiento y los signos de ansiedad.

Reconociendo la urgencia de la situación, Merna llevó a Julie al médico. Tras varios exámenes, concluyeron que no había problemas físicos, sino psicológicos. La madre de Julie buscó ayuda profesional en la iglesia, lo que marcó un punto de inflexión en la vida de la joven. “Ayudar a Julie a restaurar su autoestima fue un largo camino de amor y apoyo a través de cuidados postraumáticos. Se creó un ambiente seguro donde pudo expresar sus sentimientos. Le aseguramos que sus temores eran válidos y que la apoyaríamos. Aprendió la importancia de hablar y sobre su valor a los ojos del Padre celestial”, dijo un colaborador local de Puertas Abiertas.

Puertas Abiertas también ayudó a los padres de Julie a tomar conciencia de las necesidades de su hija y del sufrimiento que ella enfrentaba. Merna y Sherif tomaron medidas valientes para protegerla en la escuela. Se reunieron con el director e hicieron una denuncia formal, exigiendo una acción inmediata para garantizar la seguridad de su hija. Como resultado, la escuela se comprometió a actuar.

Los padres de Julie también comenzaron a prestarle más atención. Con el tiempo, su resiliencia fue restaurada. La joven se unió a un grupo de discipulado semanal en la iglesia local. “Sentí que era capaz de enfrentar situaciones difíciles y estaba más fuerte”, dijo. El camino de Julie aún no ha terminado. Pero, con Jesús, sabe que puede enfrentar al mundo entero, no solo a los profesores y compañeros de clase. Entendió que es valiosa a los ojos de Dios y que nunca será olvidada por Él. Aunque es cristiana en un lugar donde es oprimida, sabe que es amada, lo cual hace toda la diferencia.

Nombres modificados por seguridad.

Refugio y educación para niños

Muchos niños son perseguidos por su fe cristiana. En la escuela y la comunidad, enfrentan bullying, discriminación, acoso y violencia debido a la fe de sus padres. Los principales responsables de la persecución contra los niños cristianos son familiares no cristianos, compañeros de clase, padres de compañeros y profesores. Tu donación asegura un mes de refugio y educación para un niño cristiano vulnerable en Bangladesh.