La persecución en Egipto
La conversión de un musulmán al cristianismo en Egipto conlleva profundos cambios, principalmente sociales y familiares. El ostracismo, la pérdida del empleo y la persecución por parte de la familia y las autoridades son consecuencias habituales. Las mujeres se enfrentan a dificultades adicionales, como el confinamiento, los maltratos y diversas privaciones. Por esta razón, muchos de los convertidos permanecen como cristianos secretos, manteniendo su fe en secreto ante el escrutinio y la presión constantes.
El hecho de que no puedan cambiar la religión en sus documentos y los retos de criar a los hijos con una doble identidad religiosa complican la situación. Sin embargo, a veces revelan su fe en un susurro a un familiar. Otras veces, comparten su testimonio en una iglesia doméstica secreta. Incluso en un entorno secreto, se necesita denuedo y esperanza para compartir.
Conoce a Sarah
Como la mayoría de las jóvenes egipcias, Sarah tuvo que casarse muy pronto. Su marido la maltrataba, lo que empeoró su situación. Ella lloraba todos los días, sin ninguna esperanza. Hasta el día en que una amiga del trabajo compartió su fe en Jesús y le regaló una Biblia. A partir de entonces, su vida empezó a cambiar.
Un día, sin embargo, el marido de Sarah llegó a casa temprano del trabajo y la encontró orando con la Biblia en las manos. El resultado fue una agresión tan brutal que tuvo que ser trasladada al hospital, donde necesitó 17 puntos de sutura en la cabeza. Pero las consecuencias de que descubrieran su fe no acabaron ahí. Su marido pidió el divorcio y desapareció con sus dos hijos, dejándola sola, vulnerable y sometida a abusos, con el riesgo de ser asesinada por su comunidad de vecinos fanáticos.
Para escapar de las amenazas de muerte de los vecinos, tuvo que dejar su trabajo y mudarse a otra ciudad. Fue entonces cuando conoció a Shereen (pseudónimo), una colaboradora de Puertas Abiertas. Shereen empezó a acompañarla en este proceso, guiándola en un viaje de crecimiento personal. Además, Sarah recibió atención postraumática a través de socios locales, lo que supuso una gran diferencia. "Su apoyo constante me hace sentir segura y estable. He aprendido a confiar en Jesús y sé que nunca me abandonará", nos cuenta Sarah.
Ayuda a los cristianos como Sarah en Egipto a seguir adelante con su vida, aunque tengan
que ocultar su fe en Jesús.
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