Una entrevista con Asia Bibi, cristiana liberta en Pakistán

La repercusión del caso de Asia Bibi en todo el mundo convirtió a la cristiana pakistaní en un símbolo de la lucha por libertad religiosa. ‘Culpada’ por blasfemar contra el islam, Asia fue condenada a nueve años en prisión y condenada a la muerte. Pero en octubre de 2018, la Corte Suprema de Pakistán desestimó la denuncia contra ella. Así que Asia permaneció bajo custodia (totalmente protegida) durante siete meses, a la espera de la revisión de la decisión judicial.

Solo en 2019, la cristiana logró reunirse con su esposo y sus cinco hijos en Canadá. Allí vive bajo protección, ya que aún teme los ataques de los radicales islámicos. Puertas Abiertas ha acompañado el caso de Asia Bibi y ha publicado la posibilidad de que ella viva en Francia con toda la familia. Para que eso suceda, se reunió con la alcaldesa de París y con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.

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Asia está en el país para promover la autobiografía titulada "Finalmente, Libre" (traducción libre). Con el apoyo de la periodista Isabelle-Anne Tollet (una de las personas que hicieron campaña por su liberación), Bibi escribió la experiencia de casi 10 años de prisión. La cristiana concedió una conferencia de prensa a 20 periodistas en la capital francesa. Puertas Abiertas asistió al evento y entregó personalmente una carta de una persona que había estado orando por ella durante cinco años. A continuación, puedes leer el resultado de esta conversación:

Puertas Abiertas: ¿Cómo el tiempo que pasaste en prisión cambió tu fe?

Asia Bibi: Mi fe siempre fue fuerte porque mi familia era muy dedicada al Señor, pero durante la prisión, mi fe se fortaleció aún más. Ahora tengo total convicción de que Dios está conmigo siempre. La verdad es que nuestro Dios no nos abandona nunca, Él siempre está con nosotros.

PA: ¿Cómo es posible soportar tales dificultades en la prisión y no dudar de la existencia de Dios?

AB: Nunca dudé. Cuando nací, el líder de mi iglesia le dijo a mi madre: "Esta niña será probada por Dios". Y mis padres me contaban esta historia y sabía que algún día vendría esta prueba.

PA: ¿Te diste cuenta de que eras un símbolo de esperanza y fe mientras estabas en la prisión?

AB: Mientras estaba encarcelada, tenía paciencia y esperanza en mi corazón. Y estaba segura de que me libertarían porque yo era inocente. Sabía que algún día sería libre. Cuando mi padre vino a visitarme me dijo que yo había sido colocada en prisión en nombre de Jesús y que también sería liberada en su nombre.

PA: ¿Cómo te sentiste cuando escuchaste que los extremistas asesinaron a un funcionario del gobierno que apoyaba tu caso?

AB: Sentí mucho dolor. Realmente lloré porque sabía que él era inocente. Cada vez que pienso en él, tengo lágrimas en los ojos. Pero también tengo la convicción de que está vivo porque quien muere por causa de fe en Jesús, vivirá para siempre, en la eternidad.

PA: ¿Cómo fue la reunión con el presidente Macron?

AB: Recibí mucha atención de él. Sentí que era un miembro de mi familia. ¡Nunca pensé en sentarme y hablar con un presidente! Y cuando conocí a la alcaldesa de París, fue como conocer a una hermana. También recibí mucho cariño de ella. Era como si ella me hubiera estado esperando durante diez años. La forma en que me abrazó fue como si me abrazara una hermana.

PA: ¿Esperas vivir anónimamente en el futuro?

AB: Soy libre, pero necesito seguridad. Sé que me estás comprendiendo. Mi deseo en la vida es que mis hijos tengan una buena educación y se olviden de todo esto. Ellos se han visto muy afectados por toda esta situación.

PA: ¿Dónde vas a vivir en el futuro? ¿Te vas a quedar en Canadá o te mudarás a Francia?

AB: Todavía no lo he decidido, vine a Francia y estoy muy ocupada ahora. Por lo tanto, solo necesito algo de tiempo para sentarme y pensarlo. Canadá es un muy buen país y Francia lo es.

PA: ¿Tienes un mensaje para aquellos que oraron por ti todos estos años mientras estabas en prisión?

AB: Sí, tengo un mensaje para ellos. ¡Dios está con ustedes, como estuvo conmigo en la prisión! ¡Ustedes están en las manos de Dios y eso es vital!