Puertas Abiertas • 13 mar. 2021
Hannatu Ezra fue secuestrada por los yihadistas junto a sus familiares en Nigeria
Además de asesinar a hombres cristianos en Nigeria, los extremistas de Boko Haram desestabilizan a las comunidades cristianas secuestrando a mujeres y niñas. A menudo son agredidas física y sexualmente y obligadas a convertirse al Islam y casarse con los radicales.
Conoce la historia de Hannatu, una cristiana que sobrevivio al secuestro y malos tratos por parte de extremistas del Boko Haram:
Hannatu Ezra fue secuestrada junto con los miembros de su familia, todos desaparecieron en el bosque de Sambisa, refugio de los yihadistas. La cristiana, de 35 años, vivía con su marido y sus siete hijos cuando Boko Haram asaltó su aldea cerca de Maiduguri, la capital del estado de Borno.
"Cuando vivíamos en Maiduguri, solíamos cultivar y obtener muchos productos. Mis hijos iban a la escuela. Me comprometí con el ministerio de mujeres. Fui miembro y directora del ministerio de alabanza", dice la cristiana. Pero en el 2017, después de ir a la iglesia, escucharon noticias de que los radicales estaban matando personas en la zona donde vivían.
"Atacaron e incendiaron nuestra iglesia. Ataron al guardia de seguridad y lo lanzaron al fuego. Todo ocurrió a plena luz del día", declara Hannatu. Al día siguiente, la mujer cristiana, su marido y sus hijos tomaron un autobús para escapar de la persecución.
Pero hubo un tiroteo y el vehículo se detuvo. Fue entonces cuando la mujer nigeriana se dio cuenta de que su hija de 15 años y su bebé recién nacido habían recibido un disparo. Los yihadistas reunieron a las personas que aún estaban vivas y las llevaron al bosque de Sambisa. "Dijeron que si no renunciábamos a Cristo, se desharían de nosotros. Teníamos que alejarnos de ellos. Porque siempre decían que éramos repugnantes", recuerda.
Según la cristiana, los rehenes tampoco recibieron comida, ni siquiera cuando los niños rogaron. Por ello, algunos incluso comían plantas y esta precaria situación duró dos años. Hannatu recuerda que comieron como mucho tres raciones.
Cuando estaba cautiva, se preguntaba si alguien sabía lo que le ocurría a ella y a su familia. Pero ante estas dudas, lo único que podía hacer era confiar en el favor de Dios. Así que se aferró a la palabra de Jesús en Juan 10:29 que dice: "Mi Padre que me las dio [ovejas], es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Lee la segunda parte de este testimonio en el enlace a seguir:
"Mi paso por el Boko Haram me acercó más a Dios"
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