Puertas Abiertas • 17 nov. 2024
Cristianos fueron impedidos de salir durante el ataque de los vecinos (foto representativa)
Una iglesia en el noroeste de Sri Lanka fue atacada por vecinos, y la policía se negó a impedir la destrucción del lugar. El 18 de agosto, la iglesia del pastor Denis (pseudónimo) fue rodeada por 30 personas que creyeron en el rumor de que él pagaba a las personas para que asistieran a los cultos.
Un manifestante gritó: “Las personas vienen aquí porque el pastor les da 2,000 rupias y un paquete de comida”. Otros impidieron que los 100 cristianos que estaban en el culto salieran de la iglesia. En ese momento, el pastor Denis llamó a la policía, pero cuando llegaron dos policías, se enojaron con los seguidores de Jesús y les ordenaron salir del templo. “¡Tenemos cosas mejores que hacer!”, reclamó una de las autoridades.
Las dos noches siguientes, la iglesia fue apedreada, lo que causó daños en la estructura y en el sistema de cámaras, que tuvo sus cables cortados. El pastor Denis afirmó que tiene los permisos necesarios para operar y aseguró que no obstruyen la carretera ni hacen mucho ruido. Por eso, decidió presentar una denuncia contra los vecinos que interrumpieron el culto y acosaron a los cristianos.
Enfocados en hacer el bien
La tierra donde se construyó el templo fue cedida por el cristiano Hemanth. “No tenemos hijos, así que decidimos donar parte de esta tierra a la iglesia”, relata. Por eso, uno de los vecinos que atacaba la iglesia preguntó: “¿Permitimos que Hemanth y su esposa siguieran esa religión y ahora traen gente de todas partes para orar como ellos?”.
La pareja de cristianos ancianos ya había escuchado a personas lanzar piedras contra la iglesia, pero tenían miedo de intervenir y ser agredidos también. Hemanth se mostró triste: “Todas estas tierras alrededor me pertenecen. Cedi a un vecino, quien ahora está en mi contra, una parte de mi tierra de forma gratuita. Incluso el templo de la aldea está en una parte de la tierra que me pertenece. Después de todo esto, se están volviendo contra mí. Hubo un tiempo en que tuvimos una temporada de sequía. Ningún pozo de la aldea tenía agua, excepto el mío. Permití que todos en la aldea sacaran agua de mi pozo y no les cobré nada”.
A pesar de la decepción, el anciano cristiano no se rindió: “Ellos olvidaron todo, pero no dejaré de ser una bendición. Siempre que alguien necesite ayuda, yo ayudaré porque Dios nos dijo que lo hagamos”.
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