Guerra en Siria: 12 años de lucha por la supervivencia

Mañana, 15 de marzo, se cumplen 12 años del inicio de la guerra en Siria. La lucha de clases, la represión política y las divisiones rurales y urbanas dieron lugar a protestas alentadas por las manifestaciones de la Primavera Árabe.

El presidente Bashar al Assad había desacreditado que la oleada de protestas en Túnez, Egipto, Libia y Yemen llegara a Siria. Pero cuando lo hizo en la ciudad de Daraa, su gobierno respondió con detenciones, torturas y muertes, extendiendo las manifestaciones por todo el país.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que más de 300.000 civiles han muerto a causa de la guerra hasta marzo de 2021. Sin embargo, estas cifras pueden ser mayores, ya que muchas personas fueron enterradas por sus familiares y sus muertes no fueron comunicadas a las autoridades.

Cuando comenzó la guerra en Siria, la cristiana Ferial Labbad vivía en Alepo con su marido Ghandi y sus hijos pequeños, Ohanes y Anna Maria. La ciudad fue bombardeada y destruida por los enfrentamientos entre las fuerzas nacionales y el grupo extremista Estado Islámico.

El día a día de la guerra

Ferial recuerda: "Había muchos aviones sobre nuestra casa, mis hijos eran pequeños. Temía por ellos. Los sacamos de la cama y nos escondimos en el baño". El edificio en el que vivía Ferial estaba entre el fuego cruzado. "Todo nuestro edificio estaba debilitado. Estábamos en el último piso, la pared agrietada por el medio, las ventanas rotas. No teníamos pan y los niños pasaban hambre", testifica.

La única solución para Ferial y otros afectados por la guerra era trasladarse a una zona no dominada por los yihadistas o huir del país. La cristiana y toda su familia se fueron a la ciudad de Latakia para recomenzar su vida desde cero.

Como consecuencia de la guerra, actualmente el 90% de la población que aún permanece en Siria vive en situación de pobreza. Hay 12 millones de personas que no tienen suficientes alimentos de buena calidad y 14,6 millones dependen de la ayuda humanitaria.

El cristiano Alaa también tuvo que huir de Homs a Al Hwash a causa del conflicto. Él y su familia ni siquiera tenían comida y necesitaron recibir alimentos de una cocina solidaria, situada en una iglesia local que funciona como Centro de Esperanza. "Teníamos que reconstruir nuestra vida de nuevo, pero ¿cómo hacerlo? No teníamos nada, ni siquiera comida y algo para beber", comparte.

La iglesia como respuesta

En este contexto, desde 2017, Puertas Abiertas y sus socios locales han establecido 160 Centros Esperanza en el país, donde los cristianos sirios reciben ayuda inmediata hasta el día de hoy, como distribución de alimentos, asistencia médica, atención post-trauma, formación profesional, además de participar en proyectos para generar ingresos.

Ferial y su familia recibieron todo el apoyo que necesitaban en el Centro de la Esperanza de Latakia. Ella recibió consejería post-trauma y se está preparando para ser consejera de otras personas que han pasado por situaciones similares a la suya. "La clase pobre trabaja duro sólo para pagar el alquiler, la electricidad, el agua, el gas. No sobra nada para comida, ropa o cualquier otro fin. Por favor, continúen ayudándonos", pide la cristiana.

Además de recibir comida semanalmente, Alaa recibió microcréditos para construir una carpintería y mantener así a su familia. Hoy es voluntario en el proyecto de cocina solidaria y reparte comida para cristianos necesitados.

Al recibir ayuda de los socios de Puertas Abiertas en todo el mundo, tanto Ferial como Alaa se hicieron voluntarios para bendecir a los demás. "Aunque no tengamos nada, podemos intentar ayudar a los que tienen aún menos", concluye el cristiano.

Sin embargo, los retos no se superaron fácilmente. La pandemia interrumpió las actividades de los Centros Esperanza y los precios se dispararon en supermercados y farmacias. No había medicinas ni hospitales para todos los infectados. Pero la esperanza permaneció, gracias a Dios y a la contribución de los socios de Puertas Abiertas.

El 6 de febrero, Siria y Turquía fueron sacudidas por dos terremotos de magnitud de 7,8 y 6,7. Más de 45.000 personas murieron y 5,3 millones quedaron sin hogar. Gran parte de los edificios y casas que sobrevivieron a la guerra se derrumbaron durante los sismos. Frente a este panorama, los Centros de Esperanza se han convertido de nuevo en un hogar para las víctimas que lo han perdido todo.

Ayuda a cristianos sirios

Los retos de seguir a Jesús en Siria han aumentado con la guerra y los terremotos. Dona y permite que hermanos y hermanas reciban alimentos, agua, ropa de invierno y abrigo.