Puertas Abiertas • 3 sep. 2018
Esther abriga a su hija, Rebecca, en sus brazos para la foto
Mientras el gobierno de Nigeria continúa la batalla contra el grupo extremista Boko Haram, centenas de personas vuelven a sus aldeas, completamente destruidas, para intentar vivir un nuevo comienzo para sus vidas. Pero, para muchos como Esther * de Gwoza, en el estado de Borno, seguir adelante no es nada fácil. Cuando ella tenía sólo 17 años fue secuestrada por el Boko Haram, y terminó con profundas marcas emocionales. La UNICEF estima que más de 2.7 millones de niños afectados por los conflictos en Nigeria necesitan apoyo psicológico. La investigación también muestra que las niñas y las mujeres secuestradas por el Boko Haram se enfrentan a la desconfianza y la persecución al regresar a la sociedad.
Dios permitió que Esther se conectara con Puertas Abiertas por medio de los líderes de su iglesia. Ella fue invitada a un seminario post-trauma, en el que ella y otros participantes fueron alentados a dejar sus dolores y angustias a los pies de la cruz, sabiendo que el Señor es capaz de liberarlos de toda vergüenza y angustia y renovar su espíritu. El responsable del seminario pidió que los participantes escribieran sus cargas en un pedazo de papel y después colocaron los papeles en una cruz de madera como una ilustración.
"Mientras yo colocaba aquel pedazo de papel en la cruz, me sentía como si estuviera entregando todos mis dolores a Dios. Me sentí ligera. Después, cuando todos los pedazos de papel fueron sacados de la cruz y quemados hasta convertirse en cenizas, sentí como si mi pena y vergüenza desaparecieran. Y nunca más volvieron", Esther cuenta. Hoy, Esther y su hija Rebecca están bien y son una prueba del amor y la misericordia de Dios.
"La gente percibió un cambio. Algunos que solían burlarse de mí ahora preguntan cuál es mi secreto. Yo les digo que perdoné a mis enemigos y ahora confío que Dios actuará en su tiempo", afirma. En cuanto al apoyo de las Puertas Abiertas, ella dijo que se siente como si fueran parte de su propia familia. "Después de oír mi historia, ustedes no me despreciaron, por el contrario, me animaron y me mostraron amor. Muchas gracias ", concluye.
Solicitudes de oración
* Nombre cambiado por seguridad.
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