El avance del islam en Asia

Al escuchar la palabra "musulmán", probablemente lo que viene a la mente es la imagen de un jeque árabe y países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Irak o cualquier país del Medio Oriente. Parece obvio que esta es la región más musulmana del mundo, pero no lo es. La mayor población islámica se encuentra en Asia. Para sorpresa de muchos, algunos de los países musulmanes más grandes del mundo se encuentran en Asia: Indonesia, Pakistán, India y Bangladesh. El islam ha avanzado mucho más allá de las fronteras de su cuna, el Medio Oriente. Y, hoy, Indonesia es el país con la mayor población islámica, seguido por India.

El Estado Islámico (IS) puede estar siendo derrotado lentamente en el Medio Oriente, pero el movimiento solo está cambiando su dirección: mudarse del Medio Oriente al Lejano Oriente, donde, lejos de los ojos de los principales medios de comunicación, está construyendo nuevas fortalezas. Pakistán, Afganistán, Malasia, el sur de Filipinas e incluso Asia central y el noroeste de China están amenazados por la ideología islámica extremista y tienen sus propios afiliados al Estado Islámico. Uno de los ejemplos más impactantes fue la ocupación de la ciudad filipina de Marawi en 2017, cuando muchos cristianos fueron ejecutados. En los países islámicos del sudeste asiático, los ex cristianos musulmanes enfrentan muchos desafíos para permanecer fieles al Señor.

¿Qué está pasando en el Asia islámica?

Hay un movimiento musulmán fundamentalista que quiere implementar la ley islámica y exterminar a los cristianos de Asia. En cierto modo, la iglesia fue sentenciada a la muerte, pero no con un disparo, una silla eléctrica o una horca. Su método es mucho más cruel, porque es una muerte lenta y gradual: un ataque contra una iglesia aquí, una mujer secuestrada allí, un niño maltratado a la vez, un mártir de cada vez.

En medio de todo esto hay una iglesia secreta de cristianos ex musulmanes. Una iglesia apasionada pero secreta y silenciada. También hay "iglesias abiertas”, es decir, las estructuras de los templos existen, pero en muchos casos estas iglesias están cerradas para acoger a hermanos y hermanas que nacieron en una familia musulmana y llegaron a creer en Cristo en algún momento de sus vidas.

La familia suele ser el primer acosador. Si la familia no hace nada, entonces, la comunidad lo hará. Las amenazas verbales, las palizas, los secuestros y la expulsión son los castigos más frecuentes para los apóstatas del islam. El lado positivo de esto es que a medida que estos hermanos y hermanas saben el precio que tendrán que pagar, dependen más de Dios y, a menudo, les apasiona compartir el Evangelio con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Están dispuestos a correr el riesgo para seguir caminando junto a Jesucristo.