Cristianos pueden ser luz entre los indígenas de México

El 16 de Septiembre es el día que se celebra la Independencia de México del dominio español. Sin embargo, la libertad en el país no es para todos. Los cristianos de origen indígena que deciden abandonar las creencias de sus antepasados y seguir a Jesús son amenazados, golpeados, expulsados de sus comunidades, encarcelados e incluso asesinados.

Lorena* y Juan González* se han enfrentado a la hostilidad de la comunidad desde su conversión. En aquel momento, la mexicana estaba enferma y ningún curandero o médico fue capaz de curarla. Pero en octubre de 2022, la pareja buscó al cristiano Bernardo*, de la comunidad de San Mateo*, y decidieron seguir juntos a Jesús.

Tres meses después de su conversión, Lorena sanó completamente y, junto con su esposo y sus cinco hijos, agradecieron a Dios por el milagro. La familia decidió celebrar un culto de acción de gracias por la sanidad de Lorena e invitaron a los cristianos que conocían y a sus vecinos. Sin embargo, fueron amenazados por organizar un programa fuera de la iglesia católica local.

Prohibido ser diferente

Héctor Gómez Peralta, especialista en ciencias políticas y sociales de las comunidades indígenas, explica: "Para los indígenas que habitan en el corazón de Los Altos de Chiapas, la comunidad es una sola entidad o, para usar sus propios términos, una sola alma. Ser un alma única les obliga a tener un pensamiento único, incapaz de aceptar diferencias internas".

En respuesta, las autoridades locales convocaron a los cristianos a una reunión, donde debían renunciar a su fe y prometer volver a las creencias de la tribu. Pero los seguidores de Jesús se mantuvieron firmes, aun a riesgo de ser golpeados y de que les confiscaran sus casas y tierras.

Batalla vencida

Los socios de Puertas Abiertas en México se enteraron de la situación de las familias de Juan y Bernardo y consiguieron que un abogado se ocupara de la situación. Las autoridades municipales se hicieron cargo del caso y los cristianos y los líderes de la comunidad indígena llegaron a un acuerdo. Los seguidores de Jesús podían vivir en el pueblo siempre y cuando siguieran reuniéndose con sus amigos cristianos fuera del territorio.

"Damos gracias a Dios porque las negociaciones entre las autoridades municipales y parroquiales fueron favorables para Juan y Bernardo. Ahora los hermanos pueden vivir pacíficamente su fe en su comunidad, sin miedo a ser expulsados. Extender esta mentalidad pacificadora de los hermanos es la clave para que sigan siendo sal y luz en sus comunidades", concluye un colaborador local.

*Nombres modificados por motivos de seguridad.