Puertas Abiertas • 13 sep. 2019
Sofía aprende más acerca de confiar en Dios mientras lee la Biblia
Para Sofía*, desde el norte de África, convertirse en cristiano lo hace un poco especial. “¡Cambias por completo! Ya no es la misma persona. Era muy orgullosa y convencida. Pero cuando te conviertes en cristiano, aprendes a dar y cada vez que encuentras nuevos recursos quieres dar más. Encuentras nuevas fuentes para amar y perdonar. Antes de ser cristiana, mi lema era: "La venganza es un plato frío". Cada vez que alguien me hacía daño, me calmaba y pensaba en una forma de devolver el mal. ¡Hacer frente a tantos desafíos y poder perdonar es un milagro para mí! Me doy cuenta de que ahora tengo a Cristo, el mayor tesoro que uno puede tener. No necesito muchas cosas para ser feliz, solo calma, paz y vivir con Jesucristo. Eso es todo”, explica.
Por supuesto, Sofía tuvo dificultades para escuchar de los médicos que Mustapha, su esposo, solo tenía seis meses de vida. “No podía creerlo. Después de todo, somos hijos de Dios. Él nos ama y por eso el cáncer no debería alcanzarnos. Entonces me volví hacia Dios y le dije: ‘¿Qué nos estás haciendo? ¡Estamos en una iglesia! ¡Te estamos sirviendo! ". Era como si estuviera exigiendo una compensación por lo que estaba haciendo. Le dije a Dios: ¡Mustapha es uno de tus mejores hijos! Y el Señor me respondió: ‘Tu esposo ya no tiene que probarlo. Él ha demostrado su amor por mí y ahora lo quiero conmigo. Estarás bien sin él. La vida sin él no será mala”, dice.
Sofía comparte que lo que más dolió fue que la gente dijera que merecían lo que sucedió porque se convirtieron en cristianos. Cuando dejaron su religión, merecían este castigo. “Siempre venían a nuestra casa diciendo que debería volver al islam. Pero lo rehusé, dijo que se quedaría y moriría como cristiana”, comparte.
Ahora, meses después de la muerte de su esposo, Sofía dice: “Es una vida sin él, y cada vez que miro hacia atrás, hay un gran vacío. Pero no es necesariamente una mala vida. Mustapha ya no está aquí para apoyarme, pero tengo un apoyo más fuerte que nunca me abandona. Como dije antes, ser rechazados por nuestras familias significa que confiamos tanto en los demás. Esa fue una gran lección. No debemos confiar en las personas, solo debemos confiar en Dios. Nuestro Dios nunca se enferma, nunca morirá, siempre estará vivo para ayudarnos y apoyarnos, ¡lo que es maravilloso!”, Concluye.
* Nombre cambiado por seguridad.
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