La persecución en la India
La violencia está a la orden del día en India. Crímenes como los asesinatos por honor, los ataques con ácido y la violencia sexual se producen con regularidad en todo el país, y los cristianos son blanco frecuente de estos ataques.
La sociedad india revela que la vida humana tiene poco valor y la violencia está muy extendida, lo cual tiene que ver con el sistema de castas en el que se clasifica jerárquicamente a las personas. Según este pensamiento, una persona no tiene valor en sí misma y sólo se la juzga por etiquetas externas y se la trata en consecuencia.
Cualquiera etiquetado como "cristiano" es considerado "peligroso" e "inferior", por lo que los ataques e incluso la muerte son aceptables. La propaganda nacionalista apoya la idea de que los hindúes son superiores a los demás, por lo que no les resulta difícil incitar a una turba a atacar a los cristianos.
Conoce a Mahi
Cuando la madre de la joven Mahi enfermó gravemente, ningún médico pudo ayudarla. En el hospital, recibió la visita de un cristiano que le habló de Jesús, oró por ella, y se curó. Esto hizo que Mahi, su madre y su hermana se convirtieran al cristianismo.
En el pueblo, las tres mujeres eran las únicas que profesaban esta nueva fe, por lo que sus vecinos se burlaban de ellas y las odiaban. El padre de Mahi también se oponía al cambio. La situación empeoró cuando empezó a emborracharse con regularidad. El hostigamiento que recibía la madre de Mahi por parte de su esposo era tal que su salud se deterioró y murió.
Al cabo de seis meses, el padre de Mahi también murió y su hermana se fue a vivir a una residencia de estudiantes del gobierno. Esto dejó a Mahi sola y vulnerable a los ataques en el pueblo. Una noche de enero de 2022, la situación empeoró.
"El pastor y unos diez cristianos vinieron a mi casa a orar", explica Mahi. Entonces los vecinos difundieron por el pueblo el rumor de que los hindúes serían convertidos a la fuerza en la reunión. "Rodearon mi casa y dijeron: Vamos a encerrarlos y a prender fuego a la casa". Los cristianos consiguieron escapar e ir a comisaría, pero no recibieron ayuda.
Mahi recibió el apoyo de los socios locales de Puertas Abiertas y la iglesia se convirtió en su familia. Dijo: "Cuando murieron mis padres, lo perdí todo. Pero gracias a Cristo tengo una gran familia. Estoy muy contenta".
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