Puertas Abiertas • 13 jul. 2019
A pesar de su deseo de saber más acerca de Dios, no había nadie para compartir el Evangelio con Quan (imagen representativa
Antes de ser pastor, Kua Quan creció como un ‘hechicero’ que practicaba artes marciales. Pero después de comenzar a buscar a un ser que pudiera vencer a un demonio, todo cambió en su vida. ¿Qué imaginas cuando escuchas que alguien es un maestro en artes marciales? Tal vez piense en Bruce Lee, Jackie Chan o Karate Kid. Lo que probablemente nunca imaginas es un hombre pequeño del norte de Vietnam que llora en una visita de un miembro de la iglesia en la prisión. Sin embargo, éste es el pastor Quan. Tiene la capacidad y los músculos de alguien que lleva años practicando artes marciales y el corazón de alguien que ama a Jesús y a su iglesia.
Sin embargo, el amor de Quan por Jesús no siempre fue así. De hecho, durante la mayor parte de su vida, no sabía qué o quién era Jesús. Él pertenece al pueblo Hmong, que habita en el norte de Vietnam y en algunos países vecinos como Laos y Tailandia. Esta etnia está relacionada con el culto ancestral y las prácticas religiosas tribales tradicionales, como la consulta a espíritus malignos.
"El pueblo Hmong le enseña a los niños que hay un Dios, pero este Dios es un ser que castiga si alguien hace algo errado. Entonces, no existe la enseñanza de creer ni de adorar a Dios. Cada vez que una serpiente entra en la casa de alguien en la aldea, algún miembro de la familia se enferma o sufre un accidente, y es siempre culpa del diablo", explica. La familia de Quan estaba seriamente involucrada en este tipo de creencias. "Mi padre fue un hechicero toda su vida. Y como tal, siempre estaba practicando rituales, y no ayudaba a nuestra familia ", dijo.
El aprendiz de un hechicero
No hace mucho, Quan quería seguir los pasos de su padre y convertirse en hechicero, -curandero-. "Tuve que estudiar mucho. Mi padre me animó a ser brujo para saber lo que los espíritus malignos querían. A los 22 años, yo era un aprendiz", recuerda. Ser hechicero era lo único que el padre de Quan le había dejado como legado. En este contexto, ser hechicero significa viajar por los alrededores y lidiar con fuerzas poderosas y espíritus malignos. Entonces, Quan fue instruido para aprender artes marciales. Eso lo mantendría a salvo del peligroso trabajo que estaba a punto de hacer. "Mi padre dijo que cuando te conviertes en un hechicero, los espíritus malignos te temen, y cuando estás en el camino de la gente, los espíritus te asustan".
Mientras estudiaba para convertirse en un hechicero, comenzó a preguntarse si había algo más en lo que creer. Al final de cuentas, si su trabajo significaba ser un experto en asuntos espirituales, ¿por qué estaba tan asustado? "Cada vez que le pedía ayuda al espíritu maligno, necesitaba sacrificar algo por él. Durante la mayor parte de mi vida tuve miedo de los espíritus. Solo de pensar que me convertiría en un hechicero, tenía pesadillas. Veía espíritus malignos en mis sueños, y solo podía gritar, pero no podía controlarlos. A los 23 años, comencé a tratar de averiguar más acerca de Dios porque quería saber cómo vencer al diablo. Me pregunté cómo sería buscar a Dios. Pero no había nadie que me compartiera el evangelio. Tuve que averiguarlo por mí mismo ", recuerda. (Esta historia continuará)
* Nombre cambiado por seguridad.
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