Una vida en medio de la guerra

Conoce la historia de Michel, un niño sirio cuya única realidad que conoce es la vida de un país en guerra

Puertas Abiertas • 17 mar. 2021


Michel nació la misma semana en que adolescentes fueron arrestados en Daraa, la chispa de las protestas que llevaron a la guerra en Siria.

Michel nació la misma semana en que adolescentes fueron arrestados en Daraa, la chispa de las protestas que llevaron a la guerra en Siria.

Michel es un niño sirio que tiene la misma edad que la guerra, 10 años. Creció escuchando historias sobre una Siria que nunca conoció. Entre ellas, sobre la antigua casa que tenían antes de que su familia fuera desplazada. El niño llora al recordar los pocos detalles de la antigua vida. Conocer a Michel significa conocer a una familia que se ha beneficiado del apoyo de nuestros colabores en Siria.

El 8 de marzo de 2011, dos días antes de que un grupo de adolescentes fuera detenido en Daraa por escribir un lema antigubernamental en un muro, Rasha Nemi, madre de Michel, entro en trabajo de parto. Rasha está casada con Elias Shahoud, quien para ese tiempo era un soldado que cumplía con su deber militar obligatorio. Afortunadamente, Elias completó su servicio nacional obligatorio de dos años en el ejército justo antes de que comenzara realmente la guerra en Siria. Ya tenían a Jessica, un año y medio mayor que su hermano recién nacido.

Vivían pacíficamente en una aldea de Jisr al-Shughur, en el distrito de Idlib, hasta que la detención de los adolescentes en Daraa dio lugar a protestas el 18 de marzo. Ese día murieron tres personas en Daraa. En las semanas siguientes, las protestas continuaron y se hicieron más violentas. El gobierno envió al ejército para restablecer el orden en la ciudad y en pocas semanas murieron decenas de personas. De este modo, la violencia llegó a su pueblo y Siria entró en guerra.

El nacimiento de Michel

Michel, de 10 años, dice que lo que más echa de menos de la casa donde vivía antes de huir por la guerra es su habitación.

"Apenas dos semanas después de que naciera Michel, hubo un atentado en Jisr al-Shugur. El corte de mi cesárea aún no estaba curado y tuvimos que huir. Durante diez días, nos quedamos en un pueblo cercano llamado Hallouz hasta que se calmaron las cosas, y luego volvimos a nuestra casa", relató Rasha.

Cuando la familia regresó al pueblo, permaneció allí por tres años. "El lugar se convirtió en un campo de batalla. A veces el régimen tomaba el control, otras veces los rebeldes terroristas lo hacían", dijo Rasha. Cuando se le pregunta a Michel por esos tres años, responde: "No tuve miedo. Solía llevar mi ametralladora de juguete para golpear a los terroristas y ganar la victoria. Salía corriendo de casa y los veía en la calle con largas barbas. Quería atacarlos, pero mi madre me lo impedía, despues entendi que ellos no eran mis enemigos".

Es difícil recordar los tres primeros años de su vida, por lo que posiblemente algunos de los recuerdos de Michel se construyen a través de las historias que escucha sobre su infancia. Por otro lado, debido a los grandes y traumáticos cambios ocurridos, sus recuerdos pueden ser más vívidos de lo habitual. "Me encantaba nuestra casa en Jisr al-Shughur. Tenía una bicicleta, que montaba todos los días. También tenía muchos juguetes. Todos los veranos, mis primos y yo montábamos una piscina y nos divertíamos nadando juntos". Al preguntarle por las cosas que más extraña de aquella época, Michel dijo: "Extraño mi habitación. Especialmente mi cama, que estaba cubierta de juguetes. Yo amaba eso".

La huida de casa

Cuando llegaron a Latakia, Michel y su hermana Jessica tuvieron que dormir en el suelo porque la casa no tenía muebles.

Rasha y Elias tuvieron que abandonar su pueblo cuando los bombardeos se intensificaron. Las tropas islámicas anunciaron por megafonía que todos los cristianos debían abandonar la ciudad. Alrededor de 100 familias fueron desplazadas. "Elias y yo cogimos toda la ropa que pudimos para los niños y algo de comida enlatada", relata Rasha al describir la escena cuando huyeron. "Sentí que Dios nos tendía sus manos durante todo el camino hasta que llegamos a un pueblo cercano llamado Yakubiyah. Un líder religioso nos acogió en un monasterio, donde nos quedamos algunas semanas".

Rasha compartió una anécdota de esta época: "La abuela de Michel era la responsable de la comida. Siempre cocinaba para toda la familia. Michel solía correr hacia ella y preguntarle "¿Qué tenemos para comer hoy?" Cuando estábamos en el monasterio, se acabaron todas las conservas. Michel se dirigió a su abuela y le preguntó: "¿Qué tenemos para comer hoy?" Ella le respondió: "No tenemos nada para comer". Él contestó: "Bien, ¿puedo comer un huevo cocido?" Ella respondió: "Lo siento, querido, no tenemos huevos". Insistió: "Ok, entonces por favor hazme un emparedado. Así que arriesgó su vida yendo a donde estaban los rebeldes para conseguirle un trozo de pan y algo de comer.

La familia Shahoud abandonó Yakubiyah después de tres años y partió hacia Latakia. "Primero, nos mudamos a una casa completamente vacía. No teníamos nada. El pastor de una iglesia nos visitó cuando llegamos y, al ver a Michel y Jessica durmiendo en el suelo, salió y nos trajo colchones y sabanas. Si no fuera por eso, habríamos muerto de frío", dijo Rasha.

Ayuda para los desplazados

Rasha, la madre de Michel y Jessica, y su marido se benefician ahora de uno de los proyectos de generación de ingresos ofrecidos por Puertas Abiertas.

Elías no pudo comprar muebles, electrodomésticos ni ningún tipo de equipamiento para su casa. Esto les llevó a buscar una casa de alquiler amoblada. Mientras tanto, la Iglesia del Nazareno de Latakia distribuía ayuda a muchos desplazados con la ayuda de Puertas Abiertas. Cuando los colaboradores locales de Puertas Abiertas se enteraron de la situación de la familia Shahoud, los visitaron y pusieron su nombre en la lista de ayuda.

La Iglesia del Nazareno también apoya proyectos de generación de ingresos para cristianos necesitados. Elias se postuló para abrir un minimercado, tras investigar la propuesta, esta fue aprobada por nuestros colaboradores. “Fue un gran paso para nosotros. Dejamos de depender de ayudas y pasamos a ser capaces de mantener a nuestra familia. Ahora podemos pagar el alquiler y mantener a los niños. Gracias a Dios por la iglesia y la forma en que nos ayudan", dijo Rasha.

Por último, Michel declaró: "Quiero a mis amigos de aquí, pero espero volver algún día a nuestro hogar. Puedo visitar Latakia, pero prefiero vivir en Jirs al-Shughur. Le deseo a Siria todo lo bueno de la vida. Espero que vuelva a ser como antes de que yo naciera y que tengamos paz", concluyó.

Alcanza la vida de los cristianos desplazados en Siria

El padre de Michel, Elías, presentó un proyecto en la Iglesia del Nazareno, socia de Puertas Abiertas en Siria, y pudo abrir su propio supermercado.

Los diez años de guerra en Siria han hecho que muchos cristianos tengan que abandonar sus hogares en busca de seguridad. Además, la crisis económica ha afectado a su calidad de vida, haciendo que compren y coman menos. Puertas Abiertas ayuda a las familias mensualmente para que tengan lo mínimo para sobrevivir. Con una donación, garantizas la supervivencia de las familias que reciben cestas de alimentos en los Centros de Esperanza durante meses.

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