Puertas Abiertas • 17 feb. 2018
El pastor Afram vio un gran número de miembros de su iglesia caer cuando más y más personas continuaban dejando la capital iraquí, la ciudad donde la mayoría de los cristianos de Irak vivían hasta 2003. "La situación de seguridad en nuestra ciudad todavía no es muy buena debido a los bombardeos. Para los cristianos esto significa que la mayoría de ellos permanece en casa después de la escuela o del trabajo. Ellos no salen, ni se socializan", explica el pastor.
Afram tuvo la idea de transformar su iglesia en un lugar no sólo para los cultos normales, sino también en un lugar donde los jóvenes y ancianos podrían pasar tiempo juntos y participar en actividades que facilitaran la interacción unos con los otros. Así, diez minutos después del culto, las dos salas al lado de la iglesia están repletas de personas sentadas en cómodas sillas. Hombres, mujeres, jóvenes y niños. "Este centro realmente supera una necesidad profunda. Usamos el espacio con frecuencia y más personas van al culto y se quedan después para conversar y tener un tiempo de comunión ", dice el pastor.
UNA REALIDAD AÚN DIFÍCIL, PERO HAY UN OASIS EN EL DESIERTO
En Bagdad, todos los civiles tienen una vida difícil. Los cristianos comparten la misma situación que todos los demás habitantes de esa ciudad de siete millones de habitantes. Casi diariamente, en algún lugar o alrededor de la ciudad explota una bomba, matando a muchas personas de todos los trasfondos religiosos. Por eso, "es muy importante que la iglesia ofrezca ese tipo de actividad", afirma una de las mujeres.
El espacio que el pastor Afram abrió en su iglesia es un "centro de esperanza", un lugar donde las personas pueden encontrar paz y esperanza a través de todas las actividades que la iglesia ofrece. "En primer lugar, a través de los cultos habituales de la iglesia. En segundo lugar, por la posibilidad de encontrarse y pasar tiempo juntos como hermanos y amigos", dice el pastor.
La realidad de los cristianos en Bagdad sigue siendo bastante desafiante. "Todos están pensando en salir, se están preparando para dejar Irak. Es muy difícil, pero con el centro estamos trabajando para darles esperanza ", dice Afram. Él testifica cómo organizar y ofrecer las actividades a las personas hace una gran diferencia. "Algunos me dicen: ‘Dios lo está usando para darnos esperanza y devolvernos la alegría’. Esta iglesia estaba casi cerrada, ahora está llena", concluye.
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