Puertas Abiertas • 15 mar. 2018
El silencio de Dios fortalece nuestra fe (Foto representativa por razones de seguridad)
Hay muchas historias milagrosas de cristianos presos en Irán. A pesar de que estas historias son verdaderas, hay también otro lado. Para un cristiano preso en Irán, muchas veces Dios parece estar en silencio y más lejos que nunca. Saman * y Morad *, dos cristianos ex prisioneros, comparten sobre el tiempo en la prisión. Expresan cómo se sintieron lejos de Dios y cómo, a pesar de todo, Él siempre estuvo allí. Conozca hoy la historia de Morad.
Morad, un hombre de 40 años, que era profesor en una iglesia, fue arrestado al enseñarle sobre la palabra a otro cristiano. Cuando pensamos en la educación y en la importancia de transmitir conocimiento para otras personas, le damos gracias a Dios por los educadores cristianos que se esmeran en enseñar la palabra de Dios. En los países más cerrados al evangelio, en que el simple hecho de enseñar la Biblia a alguien puede ser considerado un crimen.
En el caso de Morad, uno de sus amigos, un miembro de su iglesia, compartía la misma celda que él. Algún tiempo atrás, Morad lo había discipulado. “Él me contó cómo los interrogadores amenazaron con abusar de su hijo. Él me dijo que yo le había arruinado la vida por haberle presentado a Cristo. Él testificó contra mí en el tribunal”, contó Morad. “Aquello fue muy doloroso”.
El cristiano nos cuenta sobre los difíciles seis meses que pasó en la prisión, durante los cuales, 20 personas fueron ejecutadas. "Algunos de ellos estaban en mi celda. Fue doloroso ver el miedo a la muerte en sus ojos ", comparte. En la prisión, fue agredido e injustificado: "Los interrogadores me pateaban mientras me hacían preguntas. Todo lo que dije fue usado contra mí. Hablé con Dios: 'Señor, lo ves todo. ¿Por qué lo permiten? ', Pero Dios se quedó en silencio. Cuando Dios finalmente habló conmigo, Él dijo: 'Quédate en silencio y abrázame; abrázame como si estuvieras preso en mí.’
Morad cuenta que ser prisionero por Cristo no es fácil, no es una experiencia agradable. Sin embargo, después de pasar por el asesoramiento post-trauma, hoy él puede afirmar: "Incluso después de aquellos horribles meses de prisión, puedo decir: 'Sí, vale la pena. Yo creo en Jesús, y sí eso significa que tengo que sufrir, entonces estoy dispuesto a hacerlo ", afirma el cristiano perseguido.
* Nombres modificados por la seguridad de los cristianos.
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