Puertas Abiertas • 22 nov. 2020
La puntuación de la violencia se mantuvo baja en el país, a pesar del aumento con respecto al año anterior
La media de presión sobre los cristianos en Omán, un país de Medio Oriente, se encuentra en un nivel muy alto, de 12 puntos, un 0,5 más que el año anterior. En los últimos años, la situación general de los cristianos en la sociedad omaní no ha cambiado mucho. Aunque todas las esferas de la vida muestran altos o muy altos niveles de presión, la presión es claramente mayor en la vida privada, la familia y la iglesia.
Esto refleja, por un lado, la difícil situación de los cristianos convertidos, que se enfrentan a una presión muy alta por parte de la familia. Por otra parte, la vida en la iglesia es difícil para los cristianos convertidos y expatriados, ya que el proselitismo y la integración de ex musulmanes convertidos son socialmente inaceptables. La puntuación de la violencia se mantuvo baja a pesar de un aumento de 1,7 a 2.
La persecución de los cristianos por género
En cuanto a la persecución a las mujeres, ellas se encuentran en una posición vulnerable en el país. La sociedad es muy conservadora y sus vidas son controladas por los padres, maridos y tutores. En la cultura islámica omaní, se considera que las mujeres son menos valiosas que los hombres, incluso en los casos judiciales. Lo más común es que se queden en la casa con sus hijos. Esto fomenta un pensamiento en el que la mujer es vista como menos capaz en muchos aspectos, lo que también tiene un impacto en la fe, ya que no se espera que las mujeres tengan sus propias opiniones religiosas.
Este ambiente se vuelve especialmente difícil para las ex musulmanas convertidas. Generalmente, la presión de la familia es más sentida por las mujeres y las niñas. Esto, junto con el control social, puede ser visto como una de las muchas barreras que impiden a las mujeres convertirse y conocer a otros cristianos. Además, el maltrato de los trabajadores extranjeros, incluido el abuso sexual, sigue siendo un problema importante.
Para los hombres cristianos expatriados, la presión por causa de la fe se enfrenta más en el ambiente de trabajo. Para los hombres convertidos, el impacto es mucho más amplio. Es probable que las familias los destierren, lo que dará lugar a una exclusión social generalizada. Las familias ya no les ayudarán y perderán el acceso a los productos de necesidad diaria, normalmente proporcionados por la familia. Además, encontrar un trabajo será más difícil y ninguna familia permitirá que su hija se case con un hombre que no respeta su propia familia.
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