Puertas Abiertas • 28 ene. 2019
Aisha participa de un taller de cura de Puertas Abiertas para aliviar su dolor.
Hace dos años, Aisha, una esposa de 28 años y madre de tres hijos de Nigeria (número 12 en la Lista Mundial de la Persecución 2019), se encontró cara a cara con los militantes islámicos Fulani. Durante un ataque a su comunidad nigeriana de Kano, en el norte del país, ellos habían forzado la entrada a su casa. Al ver la Biblia que se encontraba en la habitación, asumieron que ésta era una señal segura que confirmaba que el marido de Aisha era un pastor. Entonces, inmediatamente, lo agarraron y se lo llevaron. Después, los hombres le exigieron sexo de Aisha. Cuando ella se negó, la golpearon; dos de los atacantes la violaron.
Rita, una mujer cristiana de la ciudad iraquí de Qaraqosh, tenía 26 años cuando los militantes del Estado Islámico invadieron su ciudad y la tomaron cautiva. Fue vendida y comprada cuatro veces como esclava sexual antes de ser liberada en 2017, cuando se reunió a su padre nuevamente, el pasado abril, casi cuatro años desde que fue capturada. Fueron cuatro años de las palizas, violaciones, burlas, intimidación, aislamiento, y la lista continúa. Los militantes, dice ella, ven a las mujeres como bienes que pueden comprar y vender y torturar por desobediencia.
Esther tenía 17 años cuando el grupo extremista islámico Boko Haram atacó su aldea de Gwoza, en el estado de Borno, en Nigeria, y la secuestró, llevándola a un lugar desconocido en el bosque de Sambisa. En cautiverio, los militantes hicieron todo lo posible para que las niñas cristianas renunciaran a su fe. Determinada a no rendirse, Esther fue violada continuamente. En cautiverio, ella concibió y tuvo una hija, Rebecca. Cuando Esther fue rescatada un año después y regresó a su comunidad con Rebecca, no estaba preparada para la segunda fase de persecución que soportaría, esta vez de su propia comunidad. "Llamaron a mi bebé Boko", dice Esther. “Tanto el pueblo, como mis propios abuelos, no estaban tan ansiosos para dar la bienvenida a ‘las mujeres del Boko Haram’”.
Trágicamente, los ejemplos de persecución y sus efectos devastadores en las historias de estas mujeres no son infrecuentes.
La investigación para la recientemente publicada Lista Mundial de la Persecución 2019 revela algunas realidades inquietantes para las mujeres y las niñas cristianas en países donde los cristianos son altamente perseguidos por su decisión de seguir a Jesús. En todo el mundo, los cristianos son objetivos basados no solo en su fe sino también en su género. Al igual que Aisha, Maizah, Rita y Esther, un número creciente de mujeres enfrentan una doble vulnerabilidad, porque son cristianas y porque son mujeres.
La persecución explota todas las vulnerabilidades de una mujer, incluyendo (pero no limitado a): falta de educación, atención médica, divorcio forzado, prohibiciones de viaje, tráfico, viudez, encarcelamiento en una unidad psiquiátrica, abortos forzados o anticoncepción, se le niega el acceso al trabajo y la falta de trabajo, así como la falta de elección para casarse con una persona de fe similar. Para alguien que pertenece a dos grupos minoritarios, las vulnerabilidades compuestas pueden hacer que la vida sea doblemente difícil, incluso mortal.
¡Únete a estas guerreras en un solo clamor y levanta tu voz en favor de ellas!
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