Mujer que predicaba que el cristianismo era una mentira se convierte en Irán

Somayeh (pseudónimo) tenía una certeza en la vida: el cristianismo era una mentira que debía ser combatida. Fue una musulmana devota en Irán, pero su búsqueda espiritual se sentía vacía. “Oraba durante horas, pero a pesar de mi entusiasmo, era como si hablara con la nada. Nunca obtuve una respuesta”, recuerda.

Por invitación de una amiga, Somayeh fue a una iglesia secreta con el objetivo de reunir pruebas que respaldaran su opinión de que Jesús era un profeta, pero no el Hijo de Dios. Sin embargo, al entrar en la iglesia fue sorprendida: “La presencia de Dios fue irresistible. Era todo lo que siempre deseé en mis oraciones, pero nunca había sentido”. Ese mismo día, se entregó a Jesús y decidió seguirlo.

Todo por Jesús

La cristiana iraní comenzó a crecer en la fe y fue fortalecida a través de la oración y el discipulado. Somayeh se sentía libre, y eso se convirtió en una prueba de su conversión. “Mi esposo estaba furioso al descubrir que me había hecho cristiana”, afirma. En ese momento, ella estaba embarazada, pero el estrés de vivir bajo amenaza constante culminó en la pérdida del bebé.

Además de la presión y la agresividad del esposo, Somayeh fue rechazada por sus familiares, al punto de que vendieron la casa que tenían cerca de la suya porque consideraban que ese territorio se había vuelto impuro tras su conversión. Somayeh se acostumbró a la persecución por parte de los parientes y aun así tuvo dos hijos.

En una ocasión, el esposo de la seguidora de Jesús encontró su Biblia y la rompió frente a ella. “En otra oportunidad, rompió mi acta de nacimiento. Fue como si rasgara mi identidad. Lloré mucho ese día”, lamenta. Sin embargo, Somayeh recibió el consuelo de Dios, quien le dijo: “Tu nombre está escrito en el libro de la vida”. Eso la ayudó a permanecer firme en Cristo.

Somayeh enfrentó persecución violenta por parte de su esposo en Irán (foto representativa)

Los ataques verbales del esposo se transformaron en violencia física, y ella fue agredida luego de que él encontrara otra Biblia en casa. Somayeh resistió otros ataques del esposo y nunca dejó de seguir a Jesús. “Cada vez que tenía que elegir entre Cristo y mi seguridad, o Cristo y mi familia, lo elegía a Él. Soporté el dolor, la violencia y el aislamiento porque sabía que no podía vivir sin Él”.

El riesgo de compartir la fe

Somayeh asistía a la iglesia una vez al mes, pero se alimentaba espiritualmente por medio de sermones grabados en cintas de casete y videos que llevaba a casa. Arriesgaba su vida y compartió su secreto con un familiar. “Compartí el evangelio con un pariente cercano. Estaba muy curioso y me hizo muchas preguntas. Pero una vez que compartí la verdad con él, me denunció ante las autoridades”.

Algunos días después, agentes de la Agencia de Seguridad Nacional de Irán visitaron a Somayeh. “Estaba en mi auto cuando me detuvieron y realizaron una inspección. Todo mi cuerpo temblaba, pero aun así, Dios me protegió una vez más. No encontraron nada. No sabían que tenía dos cajas de libros cristianos escondidas en el sótano”.

Los libramientos que la cristiana recibía fortalecían su fe y, a pesar del peligro, siguió compartiendo el amor de Jesús. “Al principio, tuve miedo. Mi esposo me amenazó con matarme si predicaba el evangelio. Pero no podía quedarme en silencio”, reflexiona.

Sin embargo, Somayeh fue obligada a mudarse de ciudad y se sintió muy angustiada, preguntándole a Dios por qué estaba en otro lugar. Entonces entendió que el Señor quería que ella plantara una iglesia en ese nuevo sitio.

Somayeh pensó que la idea era imposible debido a su esposo violento. Pero oró: “Tú eres el Dios verdadero, y si me estás diciendo que quieres comenzar una iglesia aquí y traer personas a mí, entonces responderé. Estoy lista”.

Sigue el testimonio de Somayeh en las próximas semanas.

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