Puertas Abiertas • 24 ago. 2017
Son las 5 a.m. en la Casita. Hoy, el calor abrasador ha sido reemplazado por una cómoda brisa matutina que saluda a los lugareños cuando se despiertan. Aun cuando es temprano, 15 niños indígenas ya han empezado sus tareas diarias. Algunos ocupan su tiempo en las oraciones matutinas, otros ayudan a preparar el desayuno, y los más pequeños se visten y preparan para ir al colegio. Estos 15 niños son una improvisada familia de refugiados. Estos son los niños de la Iglesia Perseguida. En la medida en que la persecución ha aumentado en las regiones indígenas de Colombia, Puertas Abiertas ha establecido lugares seguros al cual los niños puedan llamar ""hogar"". Llamado la ""Casita"" por los niños, este refugio les provee una oportunidad de estudiar y demostrar su fe libremente. Antes, estos niños asistían a las escuelas de sus pueblos donde fueron enseñados en la religión animista de sus pueblos. Este tipo de educación fue diseñada para preservar su tradición y prohibir ""nuevas religiones"", tales como el cristianismo. Ellos aprenden acerca del chamanismo y hechizos bajo la principal autoridad del pueblo conocido como ""Mamo"", el chamán. Los padres que se nieguen a cumplir con esta religión pueden ser castigados con la pérdida de sus tierras o incluso la tortura física. Por esta razón, las familias indígenas cristianas a menudo viajan largas distancias para practicar libremente su fe. Así es como Jonatan* (15) y Samuel* (14) vinieron a La Casita. ""De donde soy, nadie puede vivir como cristiano, ni tampoco se puede leer la Biblia porque ha sido prohibido"" explica Jonatan. ""Mi padre, aunque no es cristiano, me dio permiso para venir a La Casita y aprender más acerca de Dios"". Jonatan y su hermano Samuel crecieron en la comunidad de los Arhuacos y Jonatan luce con orgullo su vestimenta tradicional. Jonatan y Samuel a menudo enseñan a sus amigos su lengua nativa. ""Nuestra vestimenta, lenguaje y cultura son importantes"", explica Jonatan. ""Estas cosas nos identifican y es parte de quienes somos"". Con expresiones mesuradas y pocas palabras, los hombres jóvenes han aprendido a cultivar la tierra. Sus brazos tienen las marcas de la dura vida indígena. La madre de Jonatan y Samuel es cristiana y desde una temprana edad los chicos observaron la tranquila fe de su madre: cómo mantuvo sus creencias ocultas de las autoridades por temor a represalias. Ver esto motivó a Jonatan a buscar un lugar donde pudiera vivir su fe libremente. En La Casita los chicos asisten a la escuela en la mañana y trabajan con sus tutores en la tarde. Cada día ellos comparten ""tiempo de familia"", durante el cual ellos cantan canciones de adoración en español y en su lenguaje indígena. Ellos también pasan tiempo en oraciones. Los chicos extrañan a sus familias, pero en La Casita han encontrado una enorme y amorosa familia. Se les permite practicar su fe libremente mientras se preparan para el futuro. Jonatan sueña con convertirse en ingeniero y ayudar a su comunidad. Samuel sueña con convertirse en alcalde y espera alcanzar a las personas más necesitadas. ""La cosa que más me gusta de La Casita es la oportunidad que tengo de leer la Biblia y entenderla"", comparte Samuel. ""¡Los tutores me ayudan a entender cosas que antes no podía entender!"". La complicada relación de Colombia con la libertad religiosa la sitúa en la posición #50 de la lista de observación de Puertas Abiertas. Tribus como la de los Arhuacos justifican sus políticas de exclusión a través de la Constitución de Colombia, la cual provee la autonomía religiosa como un derecho para todos los indígenas. Estas comunidades administran su propia justicia de acuerdo a sus normas culturales, y ya que el gobierno está obligado a respetar sus decisiones internas, permanece en silencio respecto al asunto de la persecución cristiana. Muchas veces esta prohibición en contra del cristianismo es tan radical y violenta que aquellos que la desobedecen enfrentan tortura y encarcelamiento. La conversión en muchos de estos pueblos es peligrosa. Samuel y Jonatan creen que su padre se ha querido convertir por mucho tiempo, pero ha escogido no hacerlo por miedo a las autoridades. Si ellos se enterasen de su conversión, probablemente sería desterrado de su casa o incluso arrestado, dejando a su familia vulnerable. En los meses recientes, esto ha sucedido con muchos padres de niños que viven en La Casita, y el precio pagado ha sido bien alto, muchos niños han quedado huérfanos. Por esta razón los niños refugiados en La Casita se han convertido en familia. Cada vez que tú haces una donación para Puertas Abiertas, estás ayudando para proveer tanto un mejor futuro como libertad para los niños como Jonatan y Samuel. Por favor, considera a estos niños en tus oraciones. Para contribuir en este proyecto,
Durante la última década, ha habido un significante incremento de incidentes violentos en contra de los indígenas cristianos, incluso niños. Esto ha llevado a muchos cristianos a huir de sus pueblos buscando un lugar donde vivir y adorar en paz.
* Algunos nombres fueron cambiados por razones de seguridad.
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