"LA VIDA LE PERTENECE A DIOS"

Jasar, pastor colombiano, perseguido por predicar el evangelio, que visitó Brasil del 21 de noviembre al 10 de diciembre para compartir un poco sobre su testimonio y la realidad de la persecución en Colombia. En total, fueron 21 iglesias visitadas en varias regiones de Brasil, con un promedio total de 4.000 personas.

Jasar nació en las montañas colombianas y no conoció a su madre. A los 5 años ya era ateo y a los 7, guerrillero, sus manos ya se habían llenado de sangre. Durante los 22 años que persiguió a la iglesia, Dios se revelaba a él por medio de personas, sueños y visiones, pero él continuaba sin creer.

Hasta que cierto día, al borde de la muerte, rodeado por guerrilleros y sin poder entregarse decidió quitarse la vida. Al colocar el arma en su cabeza, ésta no disparó. En aquel momento, él hizo la primera oración en su vida y dijo: “Dios, si tú realmente existes, sácame de aquí y yo te serviré hasta el día que me muera”. Entonces vino un fuerte viento y sintió un fuego muy cercano, y acabó siendo trasladado para otro lugar, a más de un kilómetro de donde estaba. Sin embargo, no creyó que ésta había sido obra del Señor. Entonces, vio un helicóptero volando muy bajo, que le disparaba y mientras pensaba para dónde huir, Jesús le apareció y le preguntó: “Jasar, ¿por qué lo persigues?”. A partir de aquel día, le entregó su vida a Cristo y fue milagrosamente rescatado de esa emboscada y comenzó a llevar el evangelio para su región. Jasar pasó a ser perseguido.

Hace un año y medio, Jasar trabaja en la implantación de iglesias, arriesgando su vida todos los días. Pero continúa firme porque tiene una promesa y una palabra de Dios. “Dios me dijo que no tenga miedo y que no me vaya del lugar donde estoy, porque Él me necesita aquí. Cuando Dios habla, necesitamos obedecerle. Por eso, decidí quedarme en esta región, a pesar de ser una zona de guerra. La vida le pertenece a Dios y de Él depende todo lo que somos”, declaró.

La persecución en Colombia

En las ciudades centrales, donde el turismo es fomentado, la persecución no es percibida. Pero en los campos la realidad es outra. Allí el peligro es real ya que las milicias controlan todo. Los más afectados son los cristianos, por no cooperar con los guerrilleros.

En esos lugares, no hay seguridad, además de no permitir la construcción de templos y la entrada de misioneros, pastores y líderes evangélicos. Cuando hay enfrentamientos, los cristianos necesitan dejar la región. Por favor, ora por ellos!