Puertas Abiertas • 10 ago. 2024
Shani, su hermana Sasha y su madre fueron prohibidas de ir a la iglesia en Sri Lanka (foto representativa)
Hace cuatro años, Shani*, una joven cristiana, asiste en secreto a una iglesia en Sri Lanka con su madre y su hermana. Debido a la persecución de los cristianos en el país, que ocupa el 51º lugar en la Lista de Países en Observación 2024, ellas han tenido que practicar su fe con gran cautela. A través de la oración, Shani se mantiene firme en la fe y espera que su padre, a quien ama tanto, también sea alcanzado por la gracia de Jesús.
En 2020, Shani, de 21 años, y Sasha*, de 16 años, abandonaron la religión de la familia, el hinduismo, para seguir a Jesús. Poco después, su madre tomó la misma decisión. El padre de las jóvenes estaba trabajando en el extranjero cuando ellas se convirtieron, por lo que, en un primer momento, no intervino en el crecimiento espiritual de las cristianas.
Pero todo cambió cuando él regresó a Sri Lanka. Prohibió a las tres mujeres ir a la iglesia. Cuando se dio cuenta de que ellas no abandonarían la fe, amenazó furioso con salir de casa y no volver nunca más. Para no dejar de congregar, se organizaron en turnos: mientras una permanecía en casa vigilando al padre, las otras iban a la iglesia.
A pesar de todo el cuidado, la dinámica familiar de Shani nunca volvió a ser la misma. Fueron obligadas a hacer ofrendas a dioses hindúes por el padre, pero el amor por Jesús no desaparecía por dentro. A principios de 2022, una prima de Shani descubrió lo que estaban haciendo para seguir yendo a la iglesia y se lo contó al padre. Enfurecido, él regresó a casa y golpeó a su esposa y a sus hijas. A la mañana siguiente, dejó el hogar.
Esperanza para el padre
El padre continuó llamándolas con amenazas de quitarse la vida si no dejaban de ir a la iglesia. Las jóvenes quedaron devastadas: “Amo a Jesús y quiero que mi padre lo ame también”, afirma Shani. Después de estar fuera de casa por alrededor de una semana, el padre regresó, pero la tensión en el hogar persistía.
“Cuando mi padre estaba en la sala, nosotras íbamos al cuarto. No hablábamos entre nosotras. Comencé a odiar estar en casa”, dice Sasha. A pesar de los desafíos, Shani, Sasha y su madre se mantuvieron en oración, firmes en Cristo y con esperanza.
Hoy en día, siguen asistiendo a la iglesia a pesar de la falta de permiso del padre, con la misma estrategia anterior, en la que una permanece en casa y las otras salen. “Me visto como si fuera a la escuela y cambio de ropa cuando llego a la iglesia”, cuenta Shani.
Socios locales de Puertas Abiertas han visitado a las dos jóvenes y a la madre para fortalecerlas en la fe en Cristo. Ellos oran con ellas y las apoyan en sus necesidades más urgentes. Únete a Shani en oración por su padre, para que él perciba el gran amor de Dios y crea en Jesús.
*Nombres cambiados por seguridad.
Pedidos de oración
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