Puertas Abiertas • 31 jul. 2017
La historia de Dano se remonta a la época que él estuvo en la guerra, luchando al lado del ejército birmano contra los rebeldes chinos. Después de relatar que Dios salvó su vida, mientras muchos soldados novatos murieron, él reconoció que había un propósito divino. Pero, después de concluir el servicio militar, se dedicó al trabajo y abrió un comercio de exportación de madera. ""Yo exportaba principalmente para Tailandia y los negocios iban muy bien, aunque el dinero nunca parara en mis manos. No tenía paz y vivía insatisfecho. Hasta que un día fui a conversar con el pastor Tachi Liek y pedí oración "", contó.
""Mi espíritu y mi alma ansiaban la paz y el alimento espiritual que recibí a través del Espíritu Santo, lo cual hizo desaparecer todas mis dudas y preocupaciones"", testificó. Después de que Dano volvió a frecuentar la iglesia, los amigos percibieron su cambio y se involucró en el ministerio de evangelización. Hasta se ofreció al jefe de una aldea para dar clases a los niños, gratuitamente, pero fue advertido de no hablar de Jesús en aquel lugar. Sin embargo, lo hizo, y también pasó a orar por los enfermos, que fueron sanados. Muchos aldeanos lo denunciaron, pero él persistió en caminar por la aldea, incluso de madrugada, orando con mucha fe.
""Así como yo hacía en las fuerzas armadas, caminaba por las noches oscuras y reclamaba aquella tierra para el Señor. Mi familia ayunaba con el mismo propósito y, a pesar de las amenazas, nunca tuvimos miedo. El Señor protege a los suyos "", afirmó. Dano era perseguido por los líderes de la aldea. ""De manera milagrosa, ellos nunca me encontraban. ""Me apuntaron con un arma, pero ella no funcionó"", dijo.
Incluso en medio de tantas luchas, las personas de aquella aldea estaban conociendo a Jesús. Un día, un joven de la familia de uno de los jefes se enfermó. ""Ellos buscaron médicos, magos, monjes budistas y nadie consiguió ayudarle"", recuerda. Después de mucho titubear, él buscó a Dano y el joven se recuperó después de las oraciones. Al día siguiente, todos los santuarios que existían en la aldea fueron quemados. El jefe y su familia se convirtieron al cristianismo, junto a otras cuatro familias. Todos los persiguidores se arrepintieron y una aldea entera fue conquistada por el amor de Cristo.
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