Puertas Abiertas • 15 may. 2020
Sofi mantiene la fe en Jesús en su corazón, a pesar de que no puede expresarlo
Para los cristianos ex musulmanes en el Cuerno de África, el Ramadán es un período complicado y solitario. Están bajo presión constante de ayunar para mantener las apariencias. Es un gran desafío para los nuevos conversos, ya que pueden verse tentados a regresar al Islam para deshacerse de la soledad y el anhelo por la comunidad que perdieron como resultado de la conversión. Si no ayunan, incluso corren el riesgo de ser atacados.
La joven Sofi *, de 23 años, es una cristiana ex musulmana en esta región de África. Al preguntarle cómo se siente acerca de las complicaciones de la nueva vida en Cristo, responde sin necesidad de tiempo para pensar: “Sí, es verdad, la vida puede ser difícil, pero gané a Cristo. Disfruto de la paz emocional y el descanso que he obtenido solo andando con Jesús. Y ahora salat (oración islámica) tiene un nuevo significado. No es solo un ritual como lo era antes. Realmente me encuentro con Jesús en oración, con Jesús vivo”.
Sofi dice: "Yo era malgeniada y me irritaba fácilmente, pero Jesús cambió mi vida". Esto sucedió cuando una mujer en la calle le dio una Biblia y le dijo que la leyera. Sofi lo hizo y conoció a una comunidad de cristianos, con quienes comenzó a reunirse en secreto. Sofi le entregó su vida a Cristo, pero no podía contarle esta nueva realidad a nadie, ya que pensaba que la familia podría matarla si se enteraba.
En el primer Ramadán después de su conversión, los padres se dieron cuenta de que ella no estaba ayunando y que se había convertido en cristiana. No la mataron, como ella esperaba, pero comenzaron las amenazas. Por lo tanto, la única salida era continuar ayunando y haciendo todos los rituales islámicos, siendo fiel a Jesús en el fondo, en secreto. “Comencé a ayunar nuevamente e incluso les preparé las comidas para después del ayuno. Entré en mi habitación y fingí hacer el salat, pero en realidad le oraba a Jesús, el Dios verdadero”, explica.
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