El Hermano Andrés cumple 92 años

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Hoy, el hermano Andrés, fundador de Puertas Abiertas, cumple 92 años. Fue el 11 de mayo de 1928 que un nuevo miembro de la familia Van der Bijl nació en Witte, Holanda. Desde su infancia, la fascinación por las aventuras hizo que Anne (el Hermano André) trascendiera la dura realidad en la que vivía. Siendo hijo de un herrero, aun cuando era niño veía a su padre levantarse a las cinco de la mañana para cuidar el huerto de la familia y luego recorrer más de seis kilómetros en bicicleta para trabajar en Alkmar. Los seis niños permanecían en casa en compañía de su madre, una mujer con problemas cardiacos que se veía obligada a permanecer gran parte de sus días sentada, escuchando la radio.

 

Su residencia era la más pequeña de la calle, pero era bastante popular. “Un flujo interminable de personas sin hogar, predicadores itinerantes y gitanos que sabían que serían bienvenidos en la casa y mesa de Andrés. Cierta noche, fue necesario cortar el queso en rodajas más delgadas, aumentar más agua en la sopa, pero nunca se rechazó a un invitado, informa Anne en el libro "El contrabandista de Dios".

En 1945, se le preguntó al joven qué planes tenía para el futuro. “Estaba seguro de lo que quería: encontrar, de alguna manera, una vida que estuviera más allá de los estándares normales. Buscaba una aventura ”, reveló. En tiempos de guerra, el ejército era el lugar donde Anne pensaba que encontraría una razón importante para vivir.

“Todo lo que hicimos durante esos dos años, en el campo de batalla o en la retaguardia, descansando en el campamento, fue en extremo. Cuando peleábamos, lo hacíamos como locos. Cuando bebíamos, perdíamos la cabeza. Juntos corríamos de barra en barra tirando nuestras botellas de ginebra vacías en los escaparates de las tiendas ", recordó.

 

Sin esperarlo una bala atravesó el tobillo del joven soldado durante una batalla y ello lo obligó a abandonar la guerra. Estirado en una camilla en un hospital de campaña en Indonesia, el joven escuchó a los médicos discutir si sus miembros deberían ser amputados o no. “Mi gran aventura había terminado. Sin embargo, tenía apenas veinte años y descubrí que no había una verdadera aventura en ninguna parte del mundo”, reconoció. El destino de Anne estaba establecido, nunca volvería a caminar sin la ayuda de un bastón.

Pero un día, uno de sus amigos encontró una pequeña Biblia en el fondo de la mochila del soldado y se la entregó. "En los dos años y medio desde que mi madre me dio la Biblia, nunca la abrí", reconoció. Pronto comenzó a devorar el libro y a leer todos los evangelios a la vez, captando poco del significado profundo. “¿Era todo eso realmente cierto?”, se preguntó. Sin embargo, a medida que pasaban los meses en el hospital, el resentimiento por la nueva realidad llegó al corazón del holandés.

“Tan pronto como pude caminar, comencé a salir del hospital todas las noches, después de la cena, cojeando dolorosamente me dirigía hasta el bar más cercano y bebía hasta olvidarme de todo”, dijo. (Esta historia continuará)