El apoyo que mantuvo a una joven cristiana de Laos firme en su fe

Hoy se celebra el Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de Tortura y muchos cristianos de todo el mundo son torturados por no renunciar al evangelio. En un pueblo de Laos, una joven cristiana fue detenida a los 14 años. Es una de las pocas cristianas del país que fue a la cárcel por debajo de la edad legal de consentimiento, que es de 15 años. Esta es la historia de Soy*, una cristiana que siguió eligiendo a Jesús a pesar del rechazo y el acoso que recibió en su comunidad. 

Ha pasado más de un año, pero los recuerdos de los seis días que pasó en prisión continúan vivos para Soy, y el dolor de lo que ocurrió tras su liberación todavía duele. Soy es un estudiante de 16 años del sur de Laos, es la segunda de tres hijos y fue la segunda en aceptar a Jesús en la familia.

El 29 de diciembre de 2019, Soy y otros cristianos del pueblo estaban reunidos celebrando un culto en una cabaña cuando siete policías irrumpieron en el lugar junto con los habitantes del pueblo y les instaron a renegar de su fe. Los cristianos dijeron: "No vamos a dejar de creer en Dios y de adorarle. Si quieren detenernos por eso, adelante", recuerda la joven.

"Nos ordenaron subir a un vehículo y nos dijeron: Los llevaremos a una escuela cercana para conversar sobre esta situación, y luego los dejaremos ir a casa. Pero nos mintieron. Nos llevaron a los 14 directamente a la cárcel en otra provincia. Mantenían a los hombres y a las mujeres en habitaciones separadas. La prisión parecía el típico edificio de una escuela pública rodeado de grandes muros con alambre de espino. Había cinco habitaciones juntas; algunas eran más grandes que las otras. La nuestra medía unos 4 x 5 metros", explica Soy. 

Seis días en prisión

En la mañana del sexto día en la cárcel, los agentes de policía llevaron a los cristianos en parejas para presionarlos a firmar documentos para negar su fe. "La policía nos llevó a una sala donde nos esperaban otros siete policías para presionarnos a mi tía y a mí para que firmáramos los documentos. Dijeron: El cristianismo no es una buena religión, así que dejen de practicarlo. No queremos que esta religión se extienda en nuestra zona. Si firman este documento y aceptan renunciar a la fe, los dejaremos regresar a casa hoy mismo.

A pesar de la presión, Soy y su tía se negaron a firmar el documento. Y ocurrió lo inesperado: Una hora más tarde, se llevaron los documentos y nos dieron los papeles de libertad. Firmamos y nos fuimos a casa ese mismo día", recuerda.

Apoyo en la nueva comunidad

Tras salir de la cárcel y volver al pueblo donde vivía, Soy continuó sufriendo el acoso de vecinos, profesores e incluso compañeros de clase. Al sentirse sola y asustada, Soy se trasladó a otra ciudad para continuar sus estudios. En la ciudad, conoció a Sanguan*, un pastor que se ocupa de los estudiantes pobres y perseguidos por su fe. También conoció a Hannah*, una de las socias locales de Puertas Abiertas en Laos, que contribuye económicamente a los gastos de los niños al cuidado del pastor Sanguan. 

"Estoy muy agradecida por la ayuda que recibo del pastor Sanguan, que siempre se ocupa de mí y me apoya. Me ha dado un hogar y amigos. Hay muchos jóvenes que también vienen a quedarse en la iglesia para estudiar como yo. No me siento sola aquí. Todos nos queremos y nos cuidamos. También estoy agradecida con la hermana Hannah, y con mis hermanos y hermanas de todo el mundo. Gracias al amor de Dios, recibí ayuda económica para comprar comida y material escolar para poder continuar mis estudios. Sin ustedes, no podría continuar", concluye Soy.

*Nombres alterados por razones de seguridad