Puertas Abiertas • 21 jul. 2014
Cuando El-Gasim declaró su de fe en Cristo, él recibió 25 azotes. Al confesar a Cristo como su Salvador, él enfureció a las autoridades, que lo golpearon y ataron con cadenas que pesaban más de cincuenta kilos, condenándolo a la horca. Uno de los presos, que también era pastor, explicó que vivir para Cristo no sería sin sufrimiento. Él entonces le contó la historia de Pablo y Silas en la prisión. Ellos fueron golpeados y atados por causa de Cristo, pero, aun así, continuaron orando y adorando al Señor, hasta que las cadenas cayeron y las puertas de la prisión se abrieron. El pastor explicó que el poder de Dios continúa operando milagros en nuestros días. Él y El-Gasim comenzaron a orar juntos, buscando sinceramente la voluntad de Dios. Cuando el pastor se retiró para su celda, El-Gasim continuó orando. Motivado por la historia, El-Gasim permaneció clamando hasta que la cadena que estaba en su pierna se rompió. Al oír el ruido de la cadena cayendo sobre el suelo, los demás presos lo miraron con espanto mientras que El-Gasim dio un segundo paso y la cadena de su otra pierna también cayó. Libre de las cadenas, El-Gasim comenzó a caminar hasta que uno de los guardias le dijo: ""Sus cadenas están en su celda, regrese a recogerlas."" Temblando y confundido, el guardia relató el caso a sus superiores. Por causa de tantos testigos, el incidente no podía ser ignorado. Los funcionarios de la prisión tuvieron que liberar a El-Gasim porque sabían que si lo dejaban en la prisión, él ciertamente convertiría a los otros prisioneros y, si fuese transferido para otra prisión, los milagros de Dios no serían interrumpidos. Pedido de oración
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El-Gasim frotó sus ojos y miró nuevamente. ¿Será que aquello, en su celda, es una cruz? Cambio de posición para continuar orando, él miró nuevamente al lugar donde la cruz había aparecido. La imagen aún estaba allí. Durante los próximos siete días, El-Gasim, un musulmán africano, hizo sus oraciones cinco veces por día y todas las veces, independientemente de donde se arrodillase para orar, la imagen de la cruz estaba siempre allí. El-Gasim sabía que estaba siendo llamado a entregar su vida a Cristo.
Día 24: El evangelio predicado por el compañerismo
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