Puertas Abiertas • 10 nov. 2019
Jóvenes como Farideh han encontrado en Cristo las respuestas que necesitan. Ora por la nueva generación de cristianos en medio oriente hoy.
Farideh (seudónimo) es una entre estos 12 jóvenes líderes.
Ella también tenía un gran secreto: Estaba terriblemente asustada con muchas cosas. Ella se auto lastimaba, incluso, hasta el punto de considerar el suicidio. Ella se quedaba despierta durante toda la noche, aterrorizada de lo que le pasaría cuando muriera.
Pero ahora, en este lugar, Farideh se sienta al borde de su silla, asimilando todo a su alrededor. En el ejercicio que está escuchando, cada persona es invitada a la pizarra para dibujar algo dentro de una figura, diseñada en la pizarra. Cada persona cambia la figura de alguna manera, comunicando su trauma emocional interno de una manera que ayudará a los demás a alentarlos y apoyarlos.
Cuando llega su turno de compartir, Farideh dibuja líneas sobre los hombros de la figura. Se da la vuelta y le dice al grupo qué significan las líneas en los hombros: esto representa como ella se siente físicamente cuando tiene estrés.
A pesar de la dificultad de compartir, Farideh brilla con la oportunidad de hablar abiertamente sobre sus luchas con otros cristianos.
"Venir aquí se siente como salir de la oscuridad hacia la luz", dice Farideh, con una sonrisa tímida cuando nos sentamos a hablar después de la sesión. Ella vive en un ambiente islámico estricto, un lugar donde tiene que mantener su fe en secreto para el mundo exterior. Ella también tiene algunas tensiones en su vida familiar. Ambas realidades pesan visiblemente sobre ella.
"En casa siento que tengo que ser el fuerte", dice Farideh. “Siempre tengo que cuidar a los demás. Pero aquí, puedo hablar con otros cristianos de mi edad. Aquí la gente ora por mí, y aquí, puedo hablar libremente. Y lo más importante: es aquí donde aprendí a escuchar la voz de Dios ".
Del terrible miedo a una grandiosa esperanza
Farideh va a una iglesia doméstica, es decir, reuniones en casas, pero no siempre ha sido así. Si hubieras visto a Farideh caminando por la calle antes de conocer a Cristo, habrías adivinado que era una musulmana muy devota, "Hace solo cinco años, yo era una musulmana ‘fanática’, tratando de cumplir estrictamente todas las reglas del Islam", dice ella. “Cuando salía de casa, mi rostro quedaba totalmente cubierto, solamente mis ojos eran visibles. ¡Incluso mis padres pensaron que estaba siendo demasiada estricta!
Pero Farideh dice que, detrás del velo, ella era una niña frágil y con sentimientos suicidas. "En aquella época, sentía que no tenía una meta en la vida", recuerda. “Me lastimaría para deshacerme de tantos miedos en mi mente. Y a pesar de que me esforcé tanto por ser una buena musulmana, todavía me preocupaba: ¿a dónde iré cuando muera?
Y fue entonces cuando el papá de Faride conoció la fe en Jesús. Farideh se entristece cuando lo recuerda, porque cuando su padre le contó sobre Jesús, al principio, ella no lo vio con buenos ojos.
"No estaba interesada en este Jesús", dice ella. “Le hice preguntas a mi padre, pero eso fue solo para llamar su atención; pues, yo realmente ansiaba su atención ".
Pero Jesús no se rindió con Farideh. Una noche, después de haber clamado desesperadamente a Alá, o cualquier otro Dios que la escuchara, Jesús le apareció en un sueño. "Estaba siendo perseguida por un oso", dice ella. "Mis gritos de socorro para que Alá me rescatara no me ayudaron. Entonces recordé a este Jesús de quien mi padre siempre me hablaba y grité Su nombre. Para mi sorpresa, el oso desapareció."
El sueño tuvo un gran impacto en la vida de Farideh; ella le dio su corazón a Jesús. Pero la historia de Farideh no es un cuento de hadas. Después de su conversión, no hubo un hechizo mágico que hiciera desaparecer todos sus problemas. Pero descubrió que no tenía que pasar sola por la vida: "Sabía que Jesús podía ayudarme, así que le entregué mi vida, y todos mis problemas a Él".
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