Puertas Abiertas • 5 nov. 2020
Tras la expulsión, las familias empezaron a vivir en casas improvisadas fuera de los pueblos (foto representativa).
En abril de este año, dos familias de una provincia del norte de Laos, tuvieron un encuentro con Cristo. Al mes siguiente, los aldeanos obligaron a las 10 personas, incluidos niños, a abandonar la aldea, alegando estar en contra de la nueva fe de las familias. No tuvieron más remedio que vivir en una pequeña casa improvisada fuera del pueblo.
Durante meses, han estado viviendo sin baños ni electricidad adecuados. Además, las paredes de la casa se calientan mucho durante el día y el techo gotea cuando llueve. Los niños, que todavía asisten a la escuela en el antiguo pueblo, tienen que caminar cerca de cuatro kilómetros para estudiar. Antes de ser expulsadas, las dos familias estaban preparando sus campos para plantar arroz y otros insumos, pero con la expulsión, perdieron su permiso para cultivar.
Algunas iglesias de la región ayudaron a las familias proporcionándoles alimentos y otros artículos de necesidad inmediata. Sin embargo, los cristianos pidieron ayuda al gobierno local para llevarlos de regreso al pueblo o encontrar un nuevo lugar para vivir. Las autoridades prometieron ayudarles, pero hasta el momento no ha habido cambios en el caso.
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En otra provincia, al norte del país, dos familias cristianas también fueron expulsadas de las aldeas a principios de este mes. El día antes de la expulsión, siete funcionarios del gobierno local convocaron a todos los habitantes del pueblo a una reunión. En esa ocasión, los funcionarios mencionaron que los cristianos deberían dejar de seguir a Jesús, si querían seguir viviendo en la comunidad. Las autoridades también dijeron que, si alguien en el pueblo se convierte al cristianismo, tendrá que pagar una multa de 5.000.000 LAK (moneda local), aproximadamente .4733 dólares y se verá obligado a abandonar el lugar.
El día que estas dos familias fueron expulsadas, el niño Khaek* presenció todo el evento. Vio cómo se destruía una de las casas y se impidió a todos en el pueblo tomar fotografías o videos de la conmoción. “Fue muy caótico, fue como una guerra - algunos lloraban, otros se reían y muchos estaban destruyendo la casa. Una de las cristianas casi muere a manos de sus padres no cristianos. Le gritaron que dejara de creer en Jesús, pero ella siguió gritando pidiendo ayuda a Dios”, compartió Khaek. Ahora, estos cristianos están al cuidado de una iglesia local a varios kilómetros de las casas donde vivían.
* Nombre alterado por seguridad.
Peticiones de oración.
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