Puertas Abiertas • 20 sep. 2017
Leopoldo es un pastor mexicano de 43 años que fue expulsado de su comunidad en Oaxaca, México, por el simple hecho de creer en Jesucristo. Cuando se convirtió al cristianismo en 2002, comenzó a leer la Palabra y ella empezó a transformar su vida. Poco tiempo después, decidió dejar todos los rituales y costumbres de la comunidad sin mirar atrás. Junto con su esposa y tres hijos, decidieron trabajar para la expansión del reino y comenzaron a compartir la nueva fe con otras personas en la comunidad.
Después de algunos años, el número de cristianos creció y una iglesia nació. Las autoridades locales percibieron que los cristianos estaban cada vez más fuertes en número y alcance. Los celosos con sus costumbres y tradiciones, comenzaron a impedir el crecimiento de la iglesia. La persecución se manifestó de diferentes maneras: el acceso a la salud o compra de alimentos fue prohibido, sus cultos y eventos impedidos y sus hijos hostilizados en las escuelas.
Después de años de amenazas, en el 2013, una multitud de personas fue a la casa del Pr. Alonso con varas de madera y piedras, le obligaron a dejar su casa, le golpearon fuertemente y lo llevaron a la cárcel. Fue expulsado de la comunidad junto a su familia. En apenas un día, el pastor perdió su tierra, casa, iglesia e incluso su libertad.
""Yo nunca me sentí abandonado por Dios. Nunca me había ocurrido que un día yo iba a vivir una situación como las que yo leía en la Biblia, de personas que sufrían a causa de su fe. Pero, Dios estaba conmigo todo el tiempo, incluso a través de la oración de los hermanos."" Declaró el pastor a uno de los colaboradores de Puertas Abiertas.
Oaxaca es uno de los tres estados mexicanos donde se producen violaciones claras a los derechos de los cristianos. Las autoridades y líderes de las comunidades indígenas son muy intolerantes y no permiten otra creencia diferente a la de ellos. No existe el diálogo y la forma de lidiar con los cristianos es siempre violenta y extrema. Con el objetivo de preservar sus tradiciones y cultura, el gobierno del país permite que las comunidades indígenas tengan sus propias leyes y reglas, y por eso, no puede intervenir ante las injusticias y persecuciones que ocurren contra los cristianos.
Como el pastor Leopoldo, hay muchos otros cristianos que viven historias semejantes. Ora por los cristianos perseguidos indígenas en Latinoamérica, para que sigan recibiendo aliento y fuerza para seguir su camino de fe.
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