Conoce algunos aspectos de la iglesia en Vietnam

Vietnam es un país comunista, de mayoría budista, solamente con 9% de cristianos. En ese contexto, imagina una iglesia que está organizando un evento evangelístico de tres días para 40 mil personas. Esa era la esperanza y fe de estos cristianos, pero las autoridades locales sólo permitieron un evento de un día en un lugar que comporta sólo a 3.000 personas. Ora para que los líderes no se desanimen y mantengan la osadía de realizar el evento incluso con un número reducido.

Un gran motivo de alabanza para la iglesia vietnamita es la construcción del dormitorio de estudiantes en el Seminario de Hanoi, la capital del país. Una iglesia local tuvo la iniciativa de levantar los fondos para la construcción, que se realizó fuera del campus del seminario. Dos tercios de los alumnos viven en esos dormitorios y el resto queda dentro del campus. Los estudiantes del seminario se están preparando para la 35ª Conferencia General de la Asamblea y están haciendo lo necesario para que 300 pastores y evangelistas sean reconocidos. Ora por todo ese proceso de preparación.

Una versión actualizada del Decreto 92, una ley religiosa, está casi completa y será probablemente implementada en enero del 2018. Esa ley puede detener, controlar y causar muchos problemas para la iglesia. Ora por sabiduría para nuestros hermanos, especialmente para los líderes, que están encargados de tomar decisiones.

La persecución es más rígida en la región noroeste del país, donde las autoridades crearon equipos para controlar y perseguir a las iglesias. El propietario de una casa alquilada para las reuniones de la iglesia fue obligado a expulsarlos de la casa, según información compartida por un predicador para un socio de Puertas Abiertas. Además, cuando se son interrogados, ellos son obligados a escribir el nombre de todos los miembros de la iglesia.

Algunos meses atrás, las autoridades tomaron la hacienda de Luam* por el hecho de creer en Jesús. Forzados por las autoridades, sus parientes le obligaron a reconstruir el altar de su antigua religión, pero él se negó. Entonces fueron ordenados a golpearlo, pero él logró huir. Él ya había intentado volver a su aldea dos veces, pero sus parientes siempre lo recibían con violencia. En el tercer intento, él consiguió permanecer en su comunidad. En todos los intentos, la iglesia siempre lo acogió y ofreció un lugar para descansar. Alaba a Dios por iglesias como ésta que, aun en medio de la imposición de tantas restricciones, reciben y acogen con amor a los cristianos perseguidos por su fe.